Empate a miedos y mediocridad
Dice el refranero español que previa de mucho, día de nada. Y eso fue lo que se vio en La Rosaleda entre los dos equipos con mayor inversión en lo que a la confección de sus plantillas se refiere. Cierto es que los malagueños están haciendo su trabajo y siguen en la parte alta, optando desde el inicio al ascenso, aunque puedan no gustar sus formas. Pero ahí están, dando la cara e intentándolo semana tras semana, mientras que los grancanarios se han ido desinflando de tal manera que no llegan a ser ni la sombra de lo que fueron en el inicio de curso. Fue un partido que no se esperaba de dos teóricos candidatos al ascenso, con poco fútbol y rozándose la mediocridad en la creación en algunas fases. Empate a miedos y racanería, aunque si uno hizo más por intentar ganar, ese fue el Málaga.
En la primera parte le anularon dos goles a los locales por un fuera de juego muy justo y otro por entender el árbitro que el balón salió fuera del campo en un córner. Los de Muñiz advertían y parecía que el gol podía llegar en cualquier momento, más por ganas y empuje que por fútbol. Los insulares, poco, muy poco. Salieron a no perder y con superioridad numérica no supieron aprovecharla. La absurda entrada de Deivid demostró el error de Herrera al poner a un central donde no debía. El técnico del ascenso tiene números de despido, pero no pasará... ■ Dos expulsiones. Ocón Arráiz fue el protagonista inesperado. Además de los goles anulados, expulsó a un jugador de cada equipo de forma rigurosa. Keidi Bare vio la segunda amarilla en el 59’ por golpear con el brazo a Cala en una disputa aérea. Antes había sido amonestado por desplazar el balón. Deivid, por su parte, vio la roja directa por cortar un contragolpe de Iván Alejo. También rigurosísima.