AS (Las Palmas)

Benzema sigue

Un Madrid de más a menos se lleva su primer disgusto del curso ● James fue titular y gustó

- LUIS NIETO

Este Madrid tiene un pasado y ante el Valladolid reapareció fantasmalm­ente. En un partido de más a menos se dejó un empate muy inesperado después de que Benzema le pusiera en ventaja en el 82’. El Valladolid, monumento a la paciencia, aguantó al principio y asomó al final para alcanzar un premio mayor.

El fútbol no soporta cadenas perpetuas. Ni siquiera la de James en el Madrid de Zidane, lo que prueba que no hay material más elástico en este negocio que las opiniones. Jugó el colombiano de salida sin que se disipase la duda de si Zidane le puso en órbita o en el escaparate. Una duda que permanecer­á hasta el 2 de septiembre, día en que el Madrid dejará de ser Mercamadri­d. Con él en el centro, con Isco vencido a la izquierda, con Bale, que también ha condonado su deuda con el técnico, en la derecha, amaneció un partido

monocolor. El Valladolid fue un modelo de abnegación. Quien resiste gana. O al menos no pierde. Ese fue su horizonte, casi recortado a su propio campo. Y supo acomodarse a pasar el rato sin la pelota en un partido amodorrado por el calor al que el Madrid no le metió la agitación que marcara la diferencia. Tardes así llaman a Vinicius, pero Zidane aún le ve demasiado atolondrad­o. Quizá Sergio González le esperaba y por eso dobló la guardia en esa banda, con dos laterales, Javi Moyano y Pedro Porro.

El Madrid, en cualquier caso, se metió pronto el partido en el bolsillo y en ello tuvo mucho que ver James, que antes de la primera media hora le regaló un buen pase a Bale, con pifia en el remate de este, disparó tres veces sin encontrar puerta y mandó un cabezazo cerca de la escuadra. Un salto de la edad media al renacimien­to con más voluntad que tino. Al colombiano siempre le puso más pegas el entrenador que el Bernabéu. Ante el Valladolid estuvo muy por encima de Isco, otra vez demacrado, sin desborde. A esa banda sólo le dio aire Marcelo, que ha afinado la silueta y el juego.

La dinámica del partido fue amuralland­o al Valladolid, un equipo con el cinturón económico tan apretado que casi no puede respirar. Más sin Alcaraz, el centrocamp­ista que mejor templa su juego. Al descanso llegó encerradís­imo y encomendad­o a Masip, que le salvó con los pies un remate a Benzema, quien sigue dándole limpieza a cada pelota que pasa por él. Su única respuesta antes del descanso fue un zurdazo alto de Óscar Plano. Y es que el Madrid, como en Vigo, se había puesto serio atrás. Y mandaba el mensaje de que duerme notablemen­te más tranquilo con Carvajal como lateral derecho.

La segunda mitad fue otra cosa.

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