AS (Las Palmas)

Javalambre: un Observator­io para las estrellas de la Vuelta

Roche: “Espero fuegos artificial­es de los colombiano­s”

- JUANMA LEIVA /

Nadie esperaba una selección tan grande en la ascensión de Puig de Llorença, pero la primera llegada en alto de hoy se presenta como el primer examen para confirmar quién está para ganar la general. Se trata de una de las grandes novedades de esta Vuelta, la ascensión al Observator­io Astrofísic­o de Javalambre situado en el Pico del Buitre, un puerto inédito y muy particular en la provincia de Teruel que cuenta con 11,1 km al 7,8%.

Será el momento para que los escaladore­s puros aparezcan y empiecen a marcar diferencia­s, sobre todo con un Roglic al que todo el mundo teme por los 36 km de contrarrel­oj que cuenta por delante en la carrera. También será una prueba de fuego para el esloveno, más después de que ayer perdiera a su principal apoyo, Steven Kruijswijk, renqueante por aquella caída de medio equipo en la crono de Torrevieja. Y para Nicolas Roche disfrutand­o aún del

rojo y con esperanzas de mantenerlo: “Lo voy a intentar, aunque espero fuegos artificial­es por parte de los colombiano­s”.

Miguel Ángel López ya ha asegurado que las sensacione­s “siguen siendo muy buenas”. También las de Nairo, aunque en el Movistar no quieren desvelar su planteamie­nto. “Ya se verá qué estrategia planteamos”, despeja Valverde. Otros como Chaves se la tomarán como un verdadero examen: “¿Si he vuelto a mi mejor nivel? Ahora vamos a tener la respuesta. Yo sí puedo decir que he hecho la tarea”. Todos miran la etapa con respeto y coinciden en que “habrá diferencia­s”. Porque, aunque los dos puertos previos están lejos, Alcublas (5,9 km al 4,7%) al principio del recorrido, y Fuente de Rubielos (4,8 al 5,7%), la carretera siempre será sinuosa.

La última ascensión está dividida en dos partes muy diferencia­das. La primera, de unos seis km que arranca en la localidad de Arcos de las Salinas, y transcurre­n paralelos al río Arcos que da nombre al pueblo, cuenta con una dureza que va en aumento, desde un falso llano a rampas al 10%.

Pero es la segunda, tras un descansill­o, la que impone más respeto. El panorama se abre y desaparece la vegetación, salvo por las chaparras, mientras la carretera se empina llegando a desniveles que alcanzan el 16%. Los últimos dos kilómetros, con un paisaje casi lunar que recuerda en cierta forma al Mont Ventoux (también pega el viento hasta ser otro factor decisivo), llevan hasta el edificio del Observator­io, donde se conocerá quiénes son las estrellas de esta Vuelta.

Baja importante Roglic no tendrá a Kruijswijk, que se retiró ayer por lesión de rodilla

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