La NFL pone coto a las conmociones cerebrales
Vontaze Burfict fue sancionado toda la temporada por un golpe
El football americano es para muchos algo más que un deporte; es una batalla campal, un heredero directo del circo romano. Y no es casualidad que los jugadores hayan sido comparados desde siempre con los antiguos gladiadores, insensatos que saltaban a la arena, y ahora a un emparrillado, a jugarse la vida. Durante años ese fue uno de los argumentos publicitarios de la NFL, que exhibía los golpes y la violencia del juego como un reclamo para el público.
Sin embargo, en los últimos años el guión ha girado 180 grados. Fundamentalmente porque los avances médicos han demostrado que las secuelas de los golpes en la cabeza que los jugadores reciben partido tras partido tienen, en un alto porcentaje de casos, graves consecuencias futuras con enfermedades degenerativas del cerebro que afectan gravemente a la calidad de vida de los afectados y pueden acarrear demencia y la muerte.
Por eso, la NFL lleva todo el siglo XXI empeñada en la cruzada de evitar los golpes casco contra casco a toda costa. Cada año realiza modificaciones en el reglamento para evitar ese tipo de impactos. Y no solo lo ha hecho en los partidos, también en los entrenamientos limitando las prácticas con contacto y prohibiendo algunos ejercicios que podrían ser peligrosos.
El último gran cambio en el reglamento llegó en 2016 cuando se decidió que un jugador fuera expulsado cuando cometiera dos faltas antideportivas, o de forma fulminante tras una agresión o un insulto. Hasta ese momento, en la NFL no existían las expulsiones salvo para situaciones muy extremas. Tres años después, la aplicación está siendo implacable y ya hay expulsiones incluso tras un solo golpe duro.
Suspensión. La aplicación de la norma que permitía sacar a un jugador del partido fue un cambio esperado en 2016, y muy probablemente se precipitó su aplicación por un golpe terrorífico de Vontae Burfict a Antonio Brown en un partido de playoffs de la temporada anterior, que dejó a todo el público petrificado y al agredido inmóvil en el suelo. Lo más curioso es que el mismo Vontaze Burfict ha sido suspendido para toda la temporada 2019 después de su enésimo golpe contra la cabeza a un rival en el Raiders-Colts de la semana 4. El defensa de los Raiders tiene un largo historial de violencia, ha provocado varias lesiones graves a rivales, conmociones y ha tenido que pagar más de cinco millones de dólares en multas a lo largo de su carrera. Ahora parece difícil que Burfict vuelva a jugar en una competición que no quiere jugadores con su perfil antideportivo.
Los esfuerzos de la NFL también se han intensifica do en los controles sobre las conmociones durante los partidos, que ahora son mucho más exhaustivos. Si hasta hace no mucho un jugador conmocionado intentaba ocultar la lesión y saltaba al campo casi de inmediato, ahora existe un protocolo que obliga a los deportistas a pasar un duro examen médico antes de recibir permiso para volver al césped.
Otro de los problemas es la dureza de los cascos, que daba a los jugadores una falsa sensación de seguridad, e incluso les animaba a usar la cabeza como ariete. Por eso, en los últimos años la NFL ha invertido millones en la investigación y el desarrollo de nuevas protecciones que reduzcan el impacto de los golpes en el cerebro. Cada año llegan nuevos modelos de cascos y la liga actualiza la lista de los que no pueden usarse por haberse quedado obsoletos.
Es una batalla complicada, porque el football americano es un deporte de contacto, en muchos casos violento, y los golpes forman parte de su esencia, pero poco a poco parece que la NFL la está ganando. Cada año se reducen los casos de conmociones y, dentro de lo que cabe, el deporte parece un poquito más seguro.
Castigos Desde hace tres años un jugador puede ser expulsado por dureza
Control El control médico sobre cada conmoción es ahora exhaustivo