AS (Las Palmas)

El Getafe no aguantó los arreones sevillista­s en el segundo tiempo

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Quinto triunfo consecutiv­o del Sevilla en el Ramón Sánchez Pizjuán, que lo mantiene en la zona noble de la clasificac­ión. El Getafe tiró de intensidad en la primera mitad pero se vino abajo en un segundo tiempo en el que la entrada de Óliver Torres desniveló la balanza.

El partido comenzó accidentad­o, anunciando desde muy pronto que la batalla por cada metro del campo iba a ser más que intensa. De hecho, a los tres minutos Nyom daba el susto tras un choque involuntar­io con su compañero Etxeita que, por suerte, quedó en nada. Los primeros 20 minutos fueron tan intensos como escasos de fútbol. No había espacio material, puesto que la presión del Getafe asfixiaba al Sevilla y dicho trabajo impedía a los azulones asomarse por el área de Vaclik. Pero el cansancio empezó a pasar factura a los de Bordalás y el Sevilla comenzó a tener ocasiones conforme Navas y Ocampos se asomaron en ataque por su banda.

Fue en esos momentos de apuros para el Getafe cuando apareció David Soria, que sacó una mano espectacul­ar a contrapie a un buen disparo de Nolito. El Sevilla se animó y dejó espacios atrás, lo que aprovechó Cucurella para meter el miedo en el cuerpo con sus internadas. Por desgracia para él, sus compañeros Mata y Jason no tenían la mirilla afinada. Y así fue languideci­endo un primer periodo de poco juego, mucha intensidad y pocas ocasiones. Se anunció en la previa y se confirmó: el que se equivocara, lo iba a pagar.

Cambio. El Sevilla había olido la sangre de un Getafe al que se le iba a hacer muy largo el partido. Soria pudo salvar un mano a mano a Chicharito y el palo se interpuso entre Banega y el gol de un Sevilla que arrinconab­a a su oponente. Hacía falta un chispazo que prendiera la llama del triunfo y apareció gracias a que Lopetegui dio entrada a Óliver. El ex del Oporto se sacó de la chistera un pase con el exterior para dejar solo a Chicharito, que esta vez no falló. Fue el momento de saber leer el choque y el Sevilla lo hizo, esperando que el Getafe se estirara para que Óliver volviera a mostrar su clarividen­cia encontrand­o a Navas y éste a Ocampos, que no perdonó..

Ni con el 2-0 bajó los brazos el Getafe, que tuvo alguna que otra ocasión pero sin la puntería necesaria para meter en problemas a un Sevilla que ha puesto la directa en la Liga. Y esta vez, gracias a la var0ita mágica de Óliver.

Intensidad

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