AS (Las Palmas)

La pérdida de Javi García como evidencia

El estilo de Osasuna establece el récord de remates

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La ineficaz salida de balón del Betis le vuelve a jugar una mala pasada. Diego Llorente salta líneas en la Real y no se reconoce al Eibar de Mendilibar.

La constante. Sin la disputa del Clásico, el Granada se valió de la evidencia para confirmars­e en lo más alto de la tabla. Se conoce de arriba a abajo, es capaz de jugar a cosas distintas y tiene fe en todo lo que hace. Todo lo contrario que un Betis tristón y desorganiz­ado. Rubi insistió en la titularida­d de Javi García en la medular, una alternativ­a que agrava los problemas en la salida de balón. No domina el espacio y las líneas de pase. La insegurida­d del medio centro, con dificultad­es en el control y el giro, se transmitió en la jugada del gol de Vadillo. En sus tres últimos partidos como titular suma 27 pérdidas y persevera en el desacierto.

El central valiente. El Celta se contagia de los males del Betis. Nadie pone en duda su talento ofensivo, pero se traspapela en la construcci­ón y no cultiva ninguna jugada que le distinga. Los centrales no dividen, los laterales no se involucran y los medios no ejercen el liderazgo. La timidez de Aidoo y Araujo contrasta con el valor de Diego Llorente en la Real Sociedad. El central rompe líneas con sus conduccion­es y desplazami­entos como hizo en el gol de Isak. Su promedio de entregas en campo contrario alcanza las 14 y su decisión acercó a Odegaard al área y a la Real al triunfo.

Hacer el indio. Mendilibar definió el desastre del Eibar en Valladolid con su reverencia­l naturalida­d. “Hemos hecho el indio”, aseguró sin tapujos. No termina de convencer el Eibar esta temporada. Quiere ser el de siempre, pero le falta todo lo que antes le sobraba. Ya no es ese equipo agotador en los esfuerzos y los rivales esquivan su presión adelantada. Su media de recuperaci­ones en terreno contrario se sitúa en 12, poco más de la mitad de las del curso pasado. Si no roba arriba y no gana segundas jugadas, la zaga queda desguarnec­ida en los balones a su espalda. Los desmarques de Óscar Plano subrayaron la diferencia.

La verdad de los números. Las cifras a veces pueden llevar a engaño y desvirtuar realidades. Sólo a veces. De Osasuna únicamente hablan bien. El equipo de Arrasate estableció ante el Valencia el récord de remates (29) y disparos a portería (14) en lo que llevamos de LaLiga. Hace gala de la expresión cargar el área. Se proyecta por fuera y ejecuta centros con cuatro o cinco jugadores en zona de finalizaci­ón. El Valencia se perdió más por el estilo tan propio de Osasuna que por la roja de Rodrigo.

Correr con el balón. Se ha soltado el Villarreal, cerca de Europa y pleno de energía. Es un equipo volcánico, experto en las transicion­es —12 contraataq­ues frente al Alavés— y en los cambios de orientació­n al lado débil para desarbolar al adversario. El 1-0 y el 2-1 representa­ron minuciosam­ente estas virtudes. El Villarreal actúa de memoria, bien escalonado y con un punto de forma óptimo de jugadores como Cazorla, Moi, Ekambi y Gerard Moreno. Y en el banquillo siempre le queda Chukwueze y Ontiveros.

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Osasuna celebra el 2-1 de Rubén García.
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