AS (Las Palmas)

Eleva su mito a

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El Tigre ya no suelta tantos zarpazos como antes, pero los que da son muy efectivos. En abril de este 2019, Tiger Woods se volvió a poner la Chaqueta Verde en Augusta y, ayer, a sus 43 años, ganó el Zozo Championsh­ip de Chiba (Japón), torneo marcado por las lluvias torrencial­es en la zona y que acabó en el lunes nipón, en prime time del domingo americano. Ideal para Tiger. Fue su victoria 82 en el PGA Tour estadounid­ense (el evento está adscrito al circuito) e iguala el récord de Sam Snead, ese golfista de los 40 y 50 que dominaba todo (su último triunfo llegó en 1965). Eran tiempos diferentes a los de Tiger, que abrió su casillero en Las Vegas en 1996, en el siglo XX...

Woods aterrizó en el Club Narashino de Chiba con dudas. En agosto fue operado por quinta vez en su rodilla izquierda, una artroscopi­a que poco influyó en su juego. El california­no hizo propósito: “Cuando el cuerpo no rinde al 100% hay que estar concentrad­o al máximo. Soy consciente de que mi físico no es el mismo, pero sé cómo jugar”. Su cerebro de rematador volvió a funcionar, robótico.

Acabó colíder el primer día (64), y cerró con excelencia la segunda y la tercera vuelta (64 y 66). El golf fue atropellad­o, con parones, e incluso el viernes se compitió a puerta cerrada por el peligro para el público que suponían las riadas. Hubo lluvias y luego jornadas maratonian­as para remontar, que fueron un examen definitivo para la articulaci­ón de Woods. Dejó siete hoyos para el amanecer del lunes, en el que partía (en -18) con tres golpes sobre Matsuyama.

Tiger salió al 12 otra vez de rojo, su vestimenta de ganador. Y, pese a ser día laboral, asistió bastante gente. Hasta unos aficionado­s se disfrazaro­n de tigre. Mucha fe para ver a su ídolo, que empezó con titubeos el epílogo (bogey y par), hasta que engrasó su swing y cerró con un buen birdie en el 18 (-19) y una sonrisa made in Tiger.

Esta victoria 82 refleja la regularida­d de Woods, que lleva 23 años de suma. Desde que tenía 20 hasta hoy... pero hubo un momento en el que todo frenó. Fue en 2013, cuando encadenó una sequía de cinco años, que se mezcló con serios problemas: detención bajo efectos de narcóticos, operacione­s, rupturas... En 2018 reencontró el camino con The Tour y ahora llega este productivo 2019, de zarpazos selectos. “Valoro seguir arriba tras tanto tiempo”, decía el Tigre, que también tiene abierta la carrera de los majors con Nicklaus. El Oso Dorado tiene 18 y Woods, 15.

Japón es el séptimo país diferente en el que gana Tiger, que no jugaba un torneo en territorio nipón desde hace 13 años. Tiene previsto volver en 2020, porque mostró su intención de ser olímpico en Tokio. No en el Narashino, sino en el Kasumigase­ki de Saitama. Tiger prepara el zarpazo.

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