Emery se ve atrapado en la rebelión de Xhaka
El suizo no quiere disculparse con la grada tras insultarla
En el norte futbolístico de Londres, todos los pronósticos auguran tormenta. Por si no fuera suficiente la crisis de resultados que vive el Arsenal en estos momentos, el ecosistema del club se encuentra fracturado por razones extradeportivas en torno a un problema que ya ha dividido a dirigentes, entrenador, afición y vestuario, y no todos pueden salir contentos. Justo en medio, haciendo equilibrismos sobre un abismo que amenaza con engullirle, Unai Emery se enfrenta a su propia y cruda realidad, que no es otra que la que le recuerdan cada día que no suma una victoria: su equipo no está consiguiendo mejorar lo que había con Arsene Wenger.
El técnico español, de hecho, no podría estar peor posicionado. A pesar de que la última crisis, la que abrió Granit Xhaka este fin de semana haciendo aspavientos mientras le pitaban y llegando a decirle ‘¡Que os jodan!’ a la grada, no fue culpa suya, todo parece terminar salpicándole. Él, como no podía ser de otra forma, ha pedido a su jugador que se disculpe: “Creo que cuando cometemos errores individuales tenemos que pedir perdón por ellos. Yo soy partidario de ello y le recomiendo a él que haga lo mismo”. Pero Xhaka, temperamental como es, no parece por la labor.
Desde el club han deslizado que, quizás para contentar a la afición, debería retirársele un brazalete de capitán que le fue otorgado el mes pasado tras una votación secreta organizada por sus compañeros. Por su parte, desde el vestuario cierran filas con Xhaka y han advertido al técnico de que si toma medidas contra el jugador puede encontrarse con una revolución en su contra. El primer aviso ya le ha llegado, por ejemplo, en relación a Pépé, al que el propio Xhaka defendió la semana pasada por sus problemas de adaptación que, ahora, algunos achacan a un mal trabajo del entrenador.
Lo cierto es que la misma noche del domingo Emery visitó en su casa al suizo, que se fue del estadio antes de tiempo en el empate de los suyos ante el Crystal
Palace. Desde entonces, y durante estos dos días, las conversaciones han sido constantes, aunque el español no ha querido confirmar si el futbolista conservará el brazalete o si se le sancionará con dos semanas de sueldo, que en este caso equivalen a 231.000 euros. Por el momento, no jugará el partido de Copa de la Liga de hoy ante el Liverpool en Anfield.
Atrapado en una tormenta en la que no puede evadir su papel de mediador, Unai deberá recuperar la estabilidad desde los resultados deportivos que le sirvan, además, para salvarse también a sí mismo.
Crisis Los resultados del Arsenal no acompañan al técnico