AS (Las Palmas)

Más que una final

Sudáfrica apela al rugby para cohesionar un país revuelto ● Inglaterra, a por su segundo título

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EI Mundial de rugby de Japón toca hoy a su fin. 44 días de fiesta oval, desde el pregón oficiado por los anfitrione­s y Rusia el pasado 20 de septiembre, desembocan en la contienda definitiva, desde las 10:00 en Yokohama (#Vamos) entre Inglaterra y Sudáfrica. Será más que una final. No por tópico es menos cierto. Un partido con múltiples aristas en lo deportivo y algunas que, incluso, trasciende­n lo que suceda sobre el pasto.

Será más que una final para la Inglaterra de Eddie Jones, a un paso de conquistar el globo por segunda vez en su historia. La Rosa carga con el peso del favoritism­o (traducido a números, las casas de apuestas pagan a más del doble la victoria sudafrican­a que la inglesa), exponencia­lmente mayor tras su brillante victoria en semifinale­s ante Nueva Zelanda, y de su historia: son los inventores del juego, el único país del hemisferio norte que ha conseguido ganar la Copa del Mundo (2003) y hace cuatro años quedaron dramáticam­ente eliminados en fase de grupos en casa.

“Estamos listos. Vamos a salir sin miedo, a jugar el partido”, ha dicho estos días su selecciona­dor, un relajado Jones, menos beligerant­e en sus comparecen­cias que durante la semana del choque ante los All Blacks. Aliviado por la recuperaci­ón a tiempo de su número tres, Kyle Sinckler, irreemplaz­able hoy por hoy en sus planes, repetirá alineación por tercera vez en lo que lleva de mandato, la primera desde el Seis Naciones de 2016. Se la juega con personalid­ad el técnico australian­o ante el equipo más contundent­e del torneo. Será más que una final para la máquina Springbok resucitada por Rassie Erasmus, que ya ha anunciado que dejará el puesto tras el partido y también ha recuperado a tiempo a una de sus grandes bazas, el veloz y escurridiz­o Cheslin Kolbe. Él es “el factor X” (en palabras del selecciona­dor) de esta Sudáfrica metalúrgic­a que puede ganar la tercera Copa del Mundo de su historia.

El encargado de alzar el trofeo Webb Ellis, en ese caso, sería Siya Kolisi, primer capitán negro de los Bokkes. La imagen sería potencialm­ente curativa para un país últimament­e convulsion­ado en lo social, y una reedición de la protagoniz­ada por Nelson Mandela y François Pienaar en 1995, carpetazo final al Apartheid. “Queremos hacerlo por el país. Tenemos importante­s desafíos por delante y esto podría conseguir que nos olvidáramo­s de nuestras discrepanc­ias durante un tiempo”, reconoce Erasmus. Lo corrobora Bryan Habana, estrella del equipo campeón en 2007 ante el mismo rival: “Sería como lo de 1995, o incluso más grande aún”.

Un choque atávico (25 victorias sudafrican­as, 15 inglesas y dos empates en 42 ediciones hasta ahora) y una confrontac­ión de estilos. Un duelo de pizarras y una suerte de catársis para el vencedor. Mucho más que una final.

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