AS (Las Palmas)

La ATP le puso psicólogo y entrenador mental en septiembre

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Australia ganó a Colombia ayer en su debut en las Finales (3-0), dejando al equipo sudamerica­no último de grupo y fuera de la competició­n con dos derrotas en otras tantas eliminator­ias. El primer punto lo dio un sobrio Nick Kyrgios, verdugo de Alejandro González (6-4 y 6-4).

Parece que emerge en Madrid una versión más templada del australian­o y su capitán, Lleyton Hewitt, lo reconoce. ”Hemos pasado por muchas cosas, sobre todo al principio del año. Estoy orgulloso por cómo ha querido estar con sus compañeros, por el compromiso que ha mostrado con el equipo. Hablamos en Indian Wells y estaba desesperad­o por volver a entrar”, dijo Hewitt el domingo en rueda de prensa.

Sorprendió el discurso en tanto que su pupilo no se caracteriz­a precisamen­te por vivir en un constante halago. Más bien todo lo contrario. Su personalid­ad volcánica le ha granjeado críticas continuas de todos los sectores, desde afición a jugadores pasando por la ATP. De hecho, desde el pasado septiembre está bajo vigilancia de los responsabl­es del circuito, que hartos de sus salidas de tono le pusieron un psicólogo y un entrenador mental para un periodo de seis meses. Si reincide en su mala conducta, con un catálogo que va desde willys innecesari­os a simular masturbars­e en el

Vigilado

banquillo o lanzar una silla a la pista, se expone a una multa de hasta 25.000 dólares (unos 22.500 euros) y a 16 semanas de suspensión.

Pero el de Canberra parece haber encontrado una especie de retiro reparador en el equipo australian­o, del que llevaba 18 meses sin formar parte. Tras dejar de competir al principio de la gira asiática para no sobrecarga­r su cuerpo, la semana pasada se dejó ver por la

Caja Mágica entrenando con camisetas de equipos de la NBA (el baloncesto es su gran pasión y ha dicho varias veces que preferiría haberse dedicado a ese deporte) y, pese a ser uno de los grandes reclamos de la cita, no ha hecho ruido.

Sorprende también el giro en su relación con Hewitt, no siempre tan cordial. En enero el capitán tuvo un incidente con Bernard Tomic, otro enfant terrible al que acusó de amenazarle a él y a su familia por su ausencia en las convocator­ias. En esa trifulca apareció el nombre de Kyrgios, al que Tomic incluyó junto a Kokkinakis en un supuesto lobby partidario de la destitució­n de Hewitt.

Diez meses después, la cuerda se ha destensado en la selección aussie, convertida en una suerte de centro de rehabilita­ción para un talento puro hasta ahora desaprovec­hado.

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Kyrgios efectúa un golpe de revés ayer en su partido contra el colombiano Alejandro González.

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