AS (Las Palmas)

El Barça hace los deberes

Al mando de un gran Messi, los blaugrana certificar­on su pase a octavos como primeros ● El tridente volvió a marcar ● Dembélé, lesionado

- SANTI GIMÉNEZ

No falló el Barcelona en la hora decisiva de la Champions y con su victoria por 3-1 ante el Borussia de Dortmund los de Valverde se quitaron un problema de encima. Les sobra la última jornada de la Champions, competició­n que aparcan hasta el año que viene, tras asegurarse ser primeros de grupo y recuperan sensacione­s tras los últimos desastres. No fue un partido estupendo, pero fue un partido inteligent­e en el que al mando de Messi, los culés supieron explotar sus mejores virtudes: la potencia del tridente, que volvió a marcar y la capacidad competitiv­a de un grupo al que le falta mucho, pero que sigue superando obstáculos. Había deberes que hacer y se hicieron.

En su búsqueda de la fórmula que devuelva al Barcelona la fluidez, Valverde agitó la coctelera y decidió dejar a Griezmann en el banquillo para darle a Dembélé la titularida­d y devolver la confianza a Rakitic como titular.

Más allá de los cambios, el equipo de Valverde volvió a demostrar que le cuesta entrar en los partidos. Ahí hay un problema gordo que los rivales intentan explotar al máximo. El primer susto de los alemanes llegó en el primer minuto. Rakitic perdió un balón, Achraf habilitó a Schulz y Umtiti salvó el gol del mazazo sobre la línea. Le costó al Barcelona recuperars­e del susto. Cedió la pelota a los alemanes y se atrincheró en defensa buscando presiones selectivas.

La primera amenaza barcelonis­ta acabó en gol, pero el VAR lo anuló por fuera de juego. A falta de fluidez en el juego, al menos parecía que esta vez el Barça tenía un plan: pillar a la defensa del Dortmund y dar un picotazo letal.

Dembélé, que desaprovec­hó un par de regalos de Messi a causa de su timidez, pareció romper el plan del partido cuando se lesionó a los 25 minutos. Griezmann entró en su lugar y mientras los futbolista­s se ordenaban, el equipo catalán aprovechó el caos para asestar su primer golpe. Una recuperaci­ón del Barça ante la salida de los alemanes habilitó a Junior, que conectó con Messi, quien asistió a Suárez, que esta vez en posición correcta abrió el marcador. Nadie sabía en ese momento a quien marcaba. Bendito caos.

El equipo barcelonis­ta olió la sangre y a la defensa del Dortmund le empezaron a temblar las canillas, lo que aprovechó el conjunto local para marcar el segundo en una nueva presión en la que De Jong robó, Suárez asistió y fue Messi el que liquidó.

Favre quiso darle más mordiente a su equipo con la entrada de Sancho. El Barça aceptó la apuesta con alegría. El plan blaugrana era el de ceder la posesión a sus rivales y matarles a la contra. El planteamie­nto tenía riesgo porque Ter Stegen se tuvo que lucir ante Brandt, pero a cambio, cada vez que el balón le llegaba a Messi, era sinónimo de peligro. Era cuestión de esperar el momento, y este llegó a los 67 minutos cuando de nuevo De Jong recuperó, la cedió a Messi que conectó (al fin) con el desmarque de Griezmann para que el francés marcara el tercero.

El marcador no cambió el decorado de un partido al que Sancho llegó demasiado tarde. El inglés dejó constancia de su talento con un golazo por toda la escuadra que premiaba el control de los alemanes. El Borussia acabó mejor que el Barça, que dio antes de tiempo la faena por concluida y se encomendó a Ter Stegen. Suficiente para acabar la jornada quitándose un problema de encima. Con Leo Messi todo es más fácil. Lo importante era hacer los deberes.

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