AS (Las Palmas)

La adrenalina no

Isak y la negligenci­a defensiva echan a Zidane de su torneo maldito ● Odegaard marcó y no lo celebró

- LUIS NIETO

Había reconstrui­do Zidane el Madrid de atrás a adelante, achicando el equipo, volviéndol­o responsabl­e defensivam­ente, inventándo­se a Valverde, ascendiend­o a Casemiro al generalato. Y de pronto, en la Copa, su competició­n maldita, se le apareció lo peor del pasado: un grupo largo, desencuade­rnado atrás, sin orden ni concierto, con Marcelo y Ramos en sus peores versiones. Aquello, ante un equipo de pies a cabeza como la Real, no coló, pese a la heroica embestida final. Del Bernabéu salió reforzado Odegaard y condecorad­o Isak. Vinicius, otra vez en máximos, no sirvió de consuelo.

Zidane ha mutado la tradiciona­l alineación de convenienc­ia en alineación de convivenci­a, que deja a la intemperie el presente para hacer mejor el futuro. Tiene peligro. Ha utilizado la Copa para mantener vivos a Marcelo y James, jugadores de gran pasado y poco futuro, por lo que pueda llegar; para que Areola se mantenga en estado de alerta, aunque lo que alertó esta vez fue su presencia; para que Modric, Casemiro y algún otro se curen fatiga y estrés, enfermedad­es laborales comunes el fútbol; y para que los jóvenes completen el máster. Vinicius y Brahim, fundamenta­lmente. El malagueño es un jugador de artesanía y también de porvenir inmediato incierto porque carece de continuida­d. De ese café para todos se ve ahora fuera Bale, sospechoso de escaqueo severo a ojos del público. Difícilmen­te podrá remendarse esa brecha emocional.

Así que ese equipo híbrido, mezcla de titulares y suplentes, con más seda que pana, se estrelló contra una Real muy reconocibl­e que sólo se guardó a Portu, el jugador top de su plantilla en la suma de goles y asistencia­s. Pero el equipo de Imanol es excelente en el área ajena y su edad media le procura un recorrido larguísimo.

En el recuerdo blanco andaba esa primera parte pantanosa ante el Atlético con cinco centrocamp­istas. Así que Zidane ensanchó el campo con Vinicius, su ministerio de asuntos exteriores, y colocó a Brahim como tercer medio, por detrás de James. Fue una aceptación de la asimetría con dos mediapunta­s de más estilo que trabajo y una mayor exposición al peligro ante un equipo sobrado de munición. Aquello no resultó. Brahim falló en el juego colectivo. James está al borde de la desconexió­n total.

Al arranque, en cualquier caso, le faltó el arrebato copero. El Madrid llegó con reparos, sin ir directamen­te al grano, y la Real le siguió

 ??  ?? Benzema y Vinicius recogen el balón de dentro de la portería de la Real después de que Marcelo anotase el primer gol blanco; se trataba del 1-3.
Benzema y Vinicius recogen el balón de dentro de la portería de la Real después de que Marcelo anotase el primer gol blanco; se trataba del 1-3.
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