AS (Las Palmas)

Encajó más goles que en los ocho partidos anteriores de 2020 juntos

- C. A. FORJANES /

Los grandes le rebajan la importanci­a a la Copa del Rey hasta que ejerce de catalizado­r, generalmen­te peligroso, de cambios en los estados de ánimo. El Real Madrid más eficiente con Zidane, el único en los últimos seis años que había llegado a febrero vivo en todas las competicio­nes, perdió una pata del posible triplete y parte del aura que se había construído. La seriedad en Copa contra rivales-trampa (Unionistas y Zaragoza) se tornó en vuelta a la relajación defensiva contra un Primera de la zona noble liguera. Como mínimo, paradójico.

Un giro de 180 grados propulsado por una decisión inesperada de Zidane. Contra uno de los mejores abanicos ofensivos del fútbol español, el txuri-urdin (Odegaard, Isak, Oyarzabal, Merino...), rotaciones masivas en la retaguardi­a. De los cinco atrás, es decir el portero y la defensa, cuatro eran habituales suplentes (Areola, Nacho, Militao y el más que preocupant­e Marcelo). ¿El resultado? “Cuatro goles en contra... tenemos que analizar cosas”, fue lo único que se pudo ‘arrancar’ de los labios de Zidane en su presencia ante los medios. Hay una buena vara de medir para la deserción defensiva contra la Real. En todo 2020 y en tres competicio­nes diferentes (Liga, Copa y Supercopa), el Madrid sólo había recibido hasta ayer tres goles en total...

Por la mente de muchos pasó el desastre en Copa del curso 2017-18, a doble partido con la vuelta en Chamartín y tras un 0-1 en Butarque. Aquel día emergieron desde las profundida­des del banquillo Kiko Casilla, Nacho, Theo, Achraf, Kovacic, Marcos Llorente, Lucas Vázquez y Asensio. Y el Lega ganó 1-2. Un Pepinazo. “Un fracaso”, fue el análisis, sin paliativos, de Zizou. Su discurso ayer no fue ni tan remotament­e drástico, porque no percibe las mismas vías de agua que detectó entonces. Aquella noche de enero de 2018, se empezó a dibujar en la cabeza del marsellés la idea de apartarse del Madrid porque su discurso (“La metología de trabajo”, como dijo en su adiós) no calaba. Fue el principio del fin y ni la Decimoterc­era de Kiev, o quizá lo que vivió allí con Cristiano y Bale, le hicieron cambiar de opinión. La Copa como catalizado­r de una situación que acabó en crisis.

Agujero

Ahora no sucede lo mismo, ni por asomo. Aquel bofetón del Leganés enrojeció una mejilla, pero la otra ya estaba muy magullada por la Liga, donde el Madrid penaba a 19 puntos del Barcelona. Ahora el objetivo liguero (primordial para Zizou) no está perdido y el Madrid tiene un calendario más benévolo que sus rivales. La Copa es el único título que se le resiste a Zidane, pero no mira atrás para no compromete­r el futuro. “Ya pasó”, insistió ayer. Pragmatism­o ante todo.

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