AS (Las Palmas)

La inabarcabl­e leyenda de Mamé León

Fue uno de los miembros destacados de los “diablillos amarillos”

- PABLO CHECA

Tampoco es que le hiciera falta de tan grande que era su figura y mágica su aura, tan amarilla como la que más. En cualquier caso, el fallecimie­nto de José Manuel León Talavera, Mamé León, este sábado y a los 75 años, elevó todavía más a los altares a una de las grandes leyendas Las Palmas ha regalado al mundo.

Hombre orquesta, perfecto multiusos, Mamé León hizo de todo, y todo bueno, en su Unión Deportiva del alma, a donde llegó siendo un niño, poco más que un pibe con muchísimo talento con un balón de fútbol. Al cuero le dio sus primeras patadas en el colegio Jaime Balmes, donde estudió, siendo el San Lázaro su primer club. Ocurre que era imposible que semejante talento quedara escondido, en ningún caso en los rincones del olvido, por lo que pronto llegó a la UD, en concreto al Juvenil C, entrenado por Antonio Velázquez y Carmelo Campos. En ningún caso se lo imaginó, pero por aquel entonces empezaba a forjarse la leyenda de la mejor generación de futbolista­s que ha dado esta prolífica tierra. Dos años después, ya en el Juvenil A, coincidió con Germán Dévora, el mejor futbolista de la historia de Las Palmas. El resto es historia.

Y qué historia. Con el Maestro coincidió además en aquella deliciosa selección juvenil que fue campeona de España en 1962, formada además por aquellos invencible­s “diablillos amarillos. Extremo de pura cepa, tan desequilib­rante siempre pegado a la cal, con su talento hizo lo que quiso, hasta lo que no podía, haciendo sencillo lo más difícil, acaso convirtien­do la virtuosida­d en una bella rutina. Su debut con el primer equipo de Las Palmas llegó ese mismo año, él con apenas 17. Fue, cómo no, uno de los abanderado­s de la mejor época amarilla, con aquel equipo plagado de paisanos que llegó a ser subcampeón de liga en 1969, tercero un año antes.

Su papel como futbolista de la Unión Deportiva Las Palmas se extendió hasta junio de 1975, dejando atrás 378 partidos y 66 goles. Fue incluso tres veces internacio­nal. Una cifra ridícula de tiempos muy remotos. De haber jugado 20 años después, esos tres partidos hubieran sido poco más que un simple aperitivo. Tras su retirada le resultada imposible abandonar el balón, al menos en mente y corazón. Se dedicó a entrenar y lo hizo, por supuesto, en su amada UD. Buena fe de ello dieron los pibes a los que dirigió en el Juvenil

A, Las Palmas Atlético y el primer equipo, en cuyo banquillo se dejó ver por última vez en 2009 acompañado por su inseparabl­e Paco Castellano, otro mito del club grancanari­o. Acudió, como siempre, al rescate del ‘equipillo’. Y no les fue mal, pues amarraron una permanenci­a en Segunda A que por momentos se escapaba. Desde 2010 tenía, además, la insignia de oro y brillantes del club.

Dicen que la muerte hace al mito. Puede ser. En cualquier caso, León lo fue mucho antes de fallecer. Su leyenda es inabarcabl­e. En el próximo partido de su queridísim­o equipo en el EGC, contra el Málaga (28 de febrero, 20.00 horas) estará como siempre su hija, siempre tan diligente, para acercarnos las alineacion­es. María, su mayor legado, nos ayudará a recordar que Mamé siempre estuvo ahí. Y está. Solo hace falta recordarlo.

Fallecido Se marchó a los 75 años una de las grandes leyendas de Las Palmas

Histórico Estuvo presente en aquellos legendario­s años 60 y 70

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El talento de Mamé León se paseó por los mejores campos de España. Aquí, en una visita al Atlético de Madrid.
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