AS (Las Palmas)

El Athletic les eliminó tras pasar ante Villarreal, Racing y Espanyol

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Carlos Pouso (Lejona, Vizcaya, 1960), es un hombre de fútbol, de esos que ha viajado por España para hacer frente a campos de barro y ha soñado con ascensos imposibles. Un entrenador humilde, a todas luces, pero que un día se citó con la historia. Él era aquel “energúmeno que pegaba gritos”. Lo dice de su propia voz, casi haciendo más énfasis en eso que en llegar a las semifinale­s de la Copa con un Segunda B. Era el timonel del histórico Mirandés, que comandaba Pablo Infante y que se quedó a las puertas de la gloria en la 2011-12.

No obstante, él no le dio mayor importanci­a a aquello e, incluso, celebra más el ascenso a Segunda. “Del éxito no se debe morir nunca”, explica Pouso en AS. Ahora, forma parte de la secretaría técnica del Pontevedra y disfruta de los pequeños placeres. A la llamada de este periódico, gozaba de un paseo por las bateas gallegas. Un día a día alejado de los focos mediáticos, hasta el punto de rememorar su época de trabajador convencion­al: “El fútbol es mi pasión, aunque no me daba pena ponerme un buzo desde las siete hasta las tres”.

Es más, le gusta recordar la gesta, pero no mira las imágenes con frecuencia: “Igual estás viendo vídeos del Carnaval y te sale el gol de Pablo Infante”. En aquello, cobró especial trascenden­cia lo emocional. Pouso narra la historia de Fito, un preparador físico que preparaba grandes montajes en la previa: “Si salen a la luz dan la vuelta al mundo. Es un auténtico artista, le decía que se tenía que dedicar al cine”.

Y, así, fueron pasando las eliminator­ias. El Athletic acabó con su sueño en semis, pero muchas historias quedaron por el camino. Ante el Villarreal, Pouso prometió a toda su plantilla jugar, pero dos habituales, Garmendia y Raúl García, no lo hicieron. El técnico les vio enfadados y respondió: “No me toquéis los cojones, que esta no la vais a jugar, pero la siguiente sí. Me miraron y pensaron lo mismo que yo le dije a Alain”. Dicho y hecho, el Mirandés logró la heroica. Antes, Alain soñó que su equipo llegaría a la final. Ni siquiera Pouso le tomó en serio. “Este ha vuelto a beber. Ha retomado la cerveza”, le dijo. No se cumplió su sueño, pero cerca estuvo. Ahora, con Iraola, tendrán una nueva oportunida­d. “Al final, el pez chico se convierte en una ballena”.

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