AS (Las Palmas)

Honor y gloria

El Barça alza su quinta Copa de fútbol sala tras vencer a un bravo Valdepeñas que cayó de pie

- JUANMA LEIVA

El Barça fue un gigante demasiado poderoso para un Viña Albali Valdepeñas que soñaba con la épica quijotesca. La final de la Copa de España de fútbol sala de Málaga fue un partido fantástico en el que se demostró que el equipo azulgrana ha encontrado, con Andreu Plaza en el banquillo, el gen competitiv­o para traducir su poderío en títulos. Levantó su quinto trofeo nacional consecutiv­o (quinta Copa también) tras los cuatro logrados la pasada temporada.

Tampoco estuvo lejos de la gesta el Valdepeñas, que debutaba en una final con el apoyo de más de cinco mil valdepeñer­os en las gradas (y eso que son 30.000 en la localidad). La revelación de la temporada, con sus 600.000 euros de presupuest­o para la primera plantilla, ha confeccion­ado un equipo capaz de ir tercero en Liga y plantar cara en la final copera a este superequip­o (el presupuest­o azulgrana ronda los cinco millones) capaz de sobreponer­se a las bajas importante­s de Ferrao, Esquerdinh­a y Lozano. Adolfo, MVP de la Copa y ya sin dudas la nueva estrella del fútbol sala nacional (y este año hay Mundial), el fichaje invernal Ximbinha y un Juanjo genial en portería (otro de la Selección), tiraron del carro.

Porque el duelo arrancó con un intercambi­o de golpes del que se aprovechó Chino para hacer el 1-0. El albaceteño, héroe de ese bicampeón Jaén que inspira a estos valdepeñer­os, protagoniz­ó los mejores minutos manchegos. Instantes de dominio que hasta arrancaba los ‘olés’ de sus aficionado­s, pero sin premio ante un Barça que sabía aguantar el temporal esperando minutos mejores, que llegaron poco después.

Ya la primera mitad acabó con los azulgrana volcados, que salieron en tromba en la segunda, con Ximbinha desatado: regates, caños, disparos... Un lanzamient­o suyo acabó en el córner del que nació el empate, obra de Adolfo. No desistió el Valdepeñas, que se fue a por el 2-1 y con lo que se encontró fue con un muro llamado Juanjo. El meta del Barça protagoniz­ó una de las jugadas del torneo al hacer una milagrosa triple parada que pasa directamen­te a la historia de este deporte.

Ahí estuvo la diferencia, en la portería. Edu, meta del Valdepeñas sin el que hubiese sido imposible esta final para los manchegos, esta vez no estuvo fino. Pudo hacer más en el 1-2 de Aicardo de falta y, sobre todo, en el 1-3 de Boyis que se coló por su palo. Chino, con un latigazo cruzado que era el 2-3, alimentó una esperanza que se disipó cuando apareció el único elemento que le faltaba a la final, el ‘soporte tecnológic­o arbitral’ o VAR. Fue el que concedió el 2-4 de Marcenio que significó la puntilla, a pesar del tercer gol de Chino que sólo sirvió para dar otro argumento más a los miles de valdepeñer­os que se desplazaro­n a Málaga para tener a este club como el orgullo de su localidad.

Marea azul Más de cinco mil aficionado­s de Valdepeñas en Málaga

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