AS (Las Palmas)

Fernando Hierro “Lorenzo cambió nuestra historia para siempre”

- TOMÁS RONCERO

Fernando Hierro (Vélez-Málaga, 23-3-1968) Lorenzo Sanz Real Madrid.

coincidió como jugador en los cinco años que estuvo en la presidenci­a del El malagueño desgrana la buena química que tenían con él y la unión de un vestuario que ganó dos casi consecutiv­as. ➥

Usted fichó por el Madrid en el verano de 1989. Imagino que cuando Lorenzo Sanz alcanzó la Presidenci­a, usted ya le conocía al haber estado al lado de Ramón Mendoza. ¿Cómo fue aquello?

—Como siempre, fue muy cercano con todo el mundo. Al haber sido vicepresid­ente durante varios años, no notamos el cambio prácticame­nte. Eso sí, en la gestión vimos algo que nos llamó la atención. Pese a que el Madrid vivía unas dificultad­es económicas severas a pesar de la grandeza del club, Lorenzo tenía en su cabeza devolver al Madrid a lo más alto de Europa. Y vaya que lo consiguió.

—Era una época complicada tras las cuatro ligas del Dream Team de Cruyff y la sequía blanca en Europa.

—Cierto. De hecho, en cuanto a dinero el Milán, el Inter o los grandes equipos ingleses eran inalcanzab­les para nosotros. Pero Lorenzo tuvo el atrevimien­to de creer en un proyecto ganador y apostó por él. Los madridista­s tendremos que agradecérs­elo eternament­e porque cambió nuestra historia para siempre.

—¿Cuál fue su secreto?

—Pues tener el ingenio para traerse a Roberto Carlos del Inter, a Suker del Sevilla, a Panucci del Milán y a Seedorf de la Sampdoria por un precio que en el mercado de hoy día se calificarí­a como chollo. Sólo Mijatovic, al tener que pagar la cláusula al Valencia, fue caro entre comillas. Luego trajo también a Karembeu, por el que se pegaba media Europa. Y fichó a Zé Roberto, que era un gran jugador de equipo, y a Illgner, que era el portero de la selección de Alemania.

Recuerdo que Roberto Carlos estuvo con el Palmeiras en un Trofeo Bernabéu anterior (1994) y vimos que iba a ser una máquina. Cuando Lorenzo lo fichó por sólo 600 millones de pesetas de la época alucinamos. Parecía un jugador imposible en nuestra situación. Sin volvernos locos, Lorenzo construyó un equipo campeón.

—¿Cuál fue el secreto de ese

Champions de veteranos, fichajes estrella llegados de fuera y canteranos. El mejor vestuario en el que yo he estado. Éramos mucho más que un equipo de fútbol. Quedábamos a comer toda la plantilla cada dos o tres semanas. Para hacer piña, para hablar de nuestros problemas, nuestras inquietude­s. Todos unidos. Éramos una familia que jugaba al fútbol.

—¿Por qué fue tan trascenden­te ganar la Séptima?

—Es que fue vital porque el Madrid se volvió a ganar el respeto de toda Europa. Nuestro pasado era inigualabl­e, pero ya eran muchos años de espera. En el Madrid, la exigencia es máxima y se vive al día, no vale de mucho mirar para atrás. No fue sólo la Séptima. Siete meses después se conquistó la Interconti­nental con el famoso Gol del Aguanís de Raúl. Hacía casi cuarenta años que no la ganábamos. Creíamos mucho en nosotros mismos y nos veíamos capaces de todo. Reinábamos en Europa, en el mundo… Sin la química que había en el vestuario y la buena relación que había con el club hubiese sido imposible.

—¿Le da mucho valor a Lorenzo Sanz de ese logro?

—Claro, el tiempo pone a cada uno en su sitio, aunque haya tenido que pasar esta terrible desgracia para que los más jóvenes sepan lo que hizo. Él puso al Madrid de nuevo en la dimensión mundial que había perdido. Esos tres títulos los logró en los tiempos en los que el Milán, el Bayern, el United o el Barça parecía que estarían por delante. Con esas tres conquistas, la FIFA no tuvo más remedio que darnos el título de Mejor Club del Siglo XX. Ese empujón fue definitivo.

El secreto “Éramos como una familia que además jugaba al fútbol”

Cercano “Lorenzo era como nuestro segundo padre, fue uno más”

—Lo curioso es que a los dos años

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