Abanderado contra el coronavirus
Saúl Craviotto, doble campeón olímpico y policía, pidió volver al servicio tras cancelarse los Juegos ● Portará la bandera de España en 2021 en Tokio
Afueras de Gijón. Once de la mañana. Un control rutinario de la Policía Nacional para vigilar que se cumple el confinamiento decretado por el estado de alarma para evitar la expansión del COVID-19. Y una sorpresa: Saúl Craviotto, el piragüista que iba a perseguir este verano en Tokio su quinta medalla olímpica (tiene dos oros, una plata y un bronce), el hombre que iba a portar la bandera de España en el desfile inaugural probablemente junto a Mireia Belmonte, es uno de los agentes de la patrulla.
“Iba a tener los Juegos en pocos meses y por eso estaba liberado de servicio. Pero cuando nos confinaron en casa, envié un mensaje al comisario principal de Gijón para comunicarle que contaran conmigo si no se celebraban, que podía volver a la calle como uno más para arrimar el hombro”, explicó a AS hace unos días Craviotto (35 años). Un deportista tímido, al que le hubiera gustado pasar inadvertido en su reincorporación al cuerpo porque entiende que sólo es uno más en el puzle de fuerzas de seguridad y sanitarios que luchan contra el coronavirus. Nadie excepcional. Nada de superhéroe sin capa. “Volví a mi trabajo ante la necesidad de la situación que vivimos y estoy a disposición de los compañeros. No es ninguna heroicidad”, cuenta a pie de cuneta.
El catalán (nació en Lleida) se entrena habitualmente en Trasona, un embalse cercano a Gijón, a las órdenes de Miguel
García y con los compañeros del K4 500 con los que aspirará a subir al cajón en julio de 2021.
Craviotto se afincó en la ciudad antes de lograr en Pekín 2008 su primer oro con Carlos Pérez Rial en K2 500. “Ya era policía antes que campeón olímpico”, recuerda siempre el multimedallista. Perucho también, y los dos patrullaron las calles en el mismo Zeta muchos años. Tan juntos como en la piragua. Son los mismos que en una operación contra el tráfico de drogas, después de entrar en un bar y colocar a los sospechosos cara a la pared para cachearles, vivieron una anécdota curiosa.”Uno se dio la vuelta y nos dijo: ¿No sois los que ganaron medalla en Pekín?’. ¡Fue algo cómico; nos dio la risa!”, recordaban hace tiempo. Esa época en la que ‘hacían banda’ con la UPR (Unidad de Prevención y Reacción) en El Molinón para proteger a los futbolistas. Ellos, dos campeones olímpicos.
Craviotto tuvo claro que cuando se acabara el deporte de alta competición debía disponer de un asidero. Por eso preparó las oposiciones a la Policía muy joven y, como otros deportistas de élite, pertenece a la Agrupación Deportiva del cuerpo, que les facilita compatibilizar su profesión con los entrenamientos. En Río 2016 compitieron otros tres policías, el también piragüista Javier Hernanz y los tiradores Pablo
Carrera y Sonia Franquet.
“El deporte está ahora en un cuarto plano, lo que hay que hacer es centrarse en la salud”, sigue contando Craviotto pertrechado de guantes y mascarilla contra el COVID-19, con su uniforme de la UPR de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional en Gijón. Una sección que actúa a pie de calle, una labor que había cambiado por la de Participación Ciudadana debido a su popularidad tras ganar MasterChef. Ahí, por ejemplo, daba charlas en colegios sobre acoso escolar.
Y tras los controles de mañana, por la tarde tocan sus rutinas con ergómetro (simulador de piragua) en la terraza de su casa, y atender a sus dos pequeñas. Como el resto de los españoles. El agente Craviotto. Igual, pero diferente. Porque bajo el uniforme podría lucir cuatro medallas olímpicas.
Normalidad “No es ninguna heroicidad, volví ante la situación de necesidad”
Piragua “El deporte está ahora en un cuarto plano; importa la salud”