La plantilla perica, la que menos se ha devaluado
Su valor de mercado desciende 50.000 euros
Se trata, paradójicamente, del equipo que más golpeado se ha visto por el COVID-19, con hasta ocho positivos entre sus futbolistas. Afortunadamente, todos recuperados. Sin embargo, y desde el punto de vista financiero, el Espanyol tiene la plantilla que mejor ha aguantado la embestida de la pandemia. A diferencia del resto de clubes de LaLiga, su valor de mercado se ha mantenido imperturbable.
AS ha desgranado los parámetros del portal especializado Transfermarkt, cuyas dos últimas actualizaciones corresponden a los meses de diciembre y abril, para comprobar que el valor total de la escuadra perica ha pasado de 133,20 millones a 133,15, una disminución imperceptible. Y eso después de que todos los jugadores que estaban en la plantilla del Espanyol hace cinco meses han bajado de valor, con la única excepción de Andrés Prieto, que lo ha mantenido, y con casos sensibles como Marc Roca, que ha pasado de 20 a 16 millones, o los de Matías Vargas y Wu Lei, cuyo valor ha bajado en dos millones.
De no ser por los futbolistas que llegaron en enero, y restando también los tres que se marcharon tras las Navidades (Esteban Granero, Pablo Piatti y Lluís López), el valor de mercado de los blanquiazules habría descendido en un 24 por ciento, hasta los 102,05 millones.
Entonces, ¿cómo se ha mantenido? La respuesta se halla en los fichajes de invierno. Entre Raúl de Tomás, Leandro Cabrera, Adrián Embarba y Oier Olazabal, la cotización del
Espanyol ha subido 31,1 millones hasta mantener los valores previos a la pandemia. Aún no han alcanzado, eso sí, los 40 millones que en ellos invirtió el club. Los casos de RdT y Embarba son especialmente paradigmáticos, ya que son los únicos que en abril valían más que en diciembre, rara avis en esta crisis.
No en vano, el valor del resto de plantillas ha bajado. También los que afrontaron fichajes de un elevado caché. Por ejemplo, el Atlético se hizo con Yannick Carrasco, pero la cotización de João Félix, Jan Oblak o José María Giménez ha caído en picado. Y algo similar sucede con el Villarreal, donde Pau Torres, Sergio Asenjo o Gerard Moreno palian con su bajada el fichaje de Paco Alcácer.
Invierno La llegada de Cabrera, De Tomás, Embarba y Oier subió su precio
Uno de los pocos alicientes de estos partidos sin público está en escuchar a los futbolistas
Las risas enlatadas de las series surgieron en la mente de un hombre que combatió en la Segunda Guerra Mundial. Charles Roland Douglass volvió de la guerra y comenzó a trabajar como técnico de sonido CBS, donde detectó un problema común a todas las sitcoms con público: la gente se reía en momentos inoportunos, o peor, muchas veces no se reía. Así que creó lo que denominó como Laff Box, una caja en la que estaban guardadas hasta 320 carcajadas para añadir en la posproducción de las series. Con su caja de la risa se endulzó televisión, pero también se manipuló lo que los espectadores teníamos que sentir después de cada escena: “aquí es donde debes reírte”.
El secreto alquímico de la risas enlatadas en las series no siempre funciona. Hay situaciones en las que una risa enlatada sólo añade incomodidad, como iniciar un aplauso que nadie sigue. Esto pasó, por ejemplo, con la versión española de Cheers (siento recordaros que este crimen televisivo se perpetró), que resultaba más ridícula —si cabe— con risas falsas. Temo que el añadir sonido ambiente de los estadios durante las retransmisiones de los partidos parezca lo mismo, una simulación más propia de un partido del Pro Evolution Soccer que de un partido real: “aquí es donde debes gritar uyyyy”, “aquí es donde debes celebrar”.
osotros lo que intentaremos será colmar un vacío que no se puede llenar de una manera, que es el vacío de la gente en el campo”, dice Roures. Me parece bien lo de colmar vacíos, pero no sé si la mejor solución es falsearlos. Además, uno de los pocos alicientes de estos partidos sin público está en escuchar a los futbolistas y entrenadores en estado puro, sin sonido ambiente. Oír sus reacciones naturales es una forma de hacernos partícipes como espectadores, aunque no estemos en el campo.
PNuestos a poner sonido ambiente a los partidos, yo voto porque se incluyan también risas enlatadas. Un par de carcajadas estruendosas tras una decisión arbitral. Un “jajajaja” global tras un disparo a las nubes. Una buena risotada cuando el VAR revise. Si la anormalidad se disfraza de normalidad correremos un riesgo todavía mayor: que lo termine pareciendo.