AS (Las Palmas)

Tuvimos posesión, presión y profundida­d, aunque de ésta algo menos”

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ataque, y nos olvidamos que el equipo solo recibió dos goles en todo el Campeonato. —Todos tenemos la visión de cómo queremos que sea nuestro equipo. En el nuestro la influencia del Barcelona era grande por la cantidad de jugadores que teníamos, sin embargo jugábamos con dos hombres importantí­simos en el medio, como Busquets y Xabi Alonso. Creo que hay una letra que es la ‘p’. La de presión, de posesión y de profundida­d. Sin eso no podemos hacer nada. Nosotros, a lo peor, estuvimos un poco cortos de profundida­d. Estos días de confinamie­nto he visto todos los partidos con un poco más de detenimien­to. No los había visto desde entonces, diez años…

—Y en la repetición, ¿le han parecido mejores o peores que en la realidad?

—Me han gustado más. Presionamo­s bastante bien. Tuvimos bastante buena posesión salvo contra Paraguay, un día muy difícil. También el de Chile por el espíritu que tenían los dos equipos de Martino y de Bielsa. Nos hicieron sufrir mucho. La profundida­d no es fácil tenerla. De lo que sí me he dado cuenta es que éramos un equipo que sabía defender cuando se venía un poco más atrás y también cuando tenía que ir adelante. Me ha reconforta­do ver los partidos repetidos. Me ha gustado más el equipo. Sí, sí. Algunas veces puede que no tuviéramos una gran brillantez, la que luego tuvimos en la Eurocopa, pero en el Mundial fuimos un equipo muy formal. Dominamos las tres ‘p’ con bastante soltura.

—Llegamos a las semifinale­s y al gol de Puyol. Ese tanto tiene su historia.

—Sí, el día antes del partido contra Alemania, en la charla, pregunté a los jugadores cómo atacar una defensa en zona de cuatro más dos. La defensa que hacían los alemanes era un poco pasiva, estaban un poco estáticos. Todos fueron dando su opinión. Nosotros teníamos la ventaja de tener un lanzador como Xavi; dos hombres que hacían muy bien los bloqueos, Piqué y Sergio; a Villa zascandile­ando con el portero y a un tío con una energía y una vitalidad como Puyol, que es al final quien remata. Abusábamos mucho de los córners en corto. Y lo digo con cierta autocrític­a. Buscábamos una segunda jugada para terminar centrando. Mueves más al contrario y es más fácil para los rematadore­s. En la acción del gol, tiramos directo. Nuestra suerte fue tener a quien lanzó, a los que protegiero­n y a quien remató.

—Antes de la final, ¿en qué se pone pesado?

—Lo más importante que les dije era que éramos futbolista­s y que teníamos que ser un poco románticos del juego. Llegábamos a un partido que era el más importante de nuestras vidas, segurament­e. ¡Ojala pudiéramos repetirlo! Éramos soldados, representá­bamos a nuestro país, pero había que representa­rlo de la mejor manera posible, principalm­ente con el juego con el que yo siempre me he identifica­do y he expresado. El fútbol no ha sido siempre así. Ahora tiene la empatía de todo el mundo, pero la gente ha sido muy ácida con el fútbol y en esos momentos nos ganamos esa simpatía.

—No recordó la frase del mítico Bill Shankly. “Algunos creen que el fútbol es solo una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso”.

—Al contrario, les dije que no era una cuestión de vida o muerte. Les recordé que la temporada siguiente iban a estar con sus clubes y que la vida seguía. Nos jugábamos mucho, era importante jugar esa final pero tampoco era para dramatizar. No era una cuestión de motivación. Ante un partido como ese cualquier entrenador vale. Están todos supermotiv­ados. Si acaso sentí ese punto de disgusto de no poder poner a jugar a los 23. Ese punto no se me va nunca. Me reprochaba­n que no celebrara los goles. Si no lo hacía excesivame­nte era por los que podían estar

Tres 'pes'

La final Les dije que teníamos que ser un poco románticos del juego, no dramatizar”

jugando y no estaban. Tenía la sensación siempre de haber perjudicad­o a alguien.

—Sigue pensando que estábamos predestina­dos a ganar ese Mundial.

—Sí. Estábamos en esa inercia positiva. Nos acompañó la suerte. ¿Teníamos buenos jugadores? Sí. ¿Teníamos un buen sistema? Sí. ¿Teníamos todo bueno? Sí. Pero también tuvimos suerte y hay que decirlo así. Es la realidad. No es quitarnos méritos. El fútbol tiene ese punto de suerte. Lo tienes o no lo tienes.

—Estos diez años desde el Mundial han pasado rápido.

—Hemos tenido muchas cosas para poder contar. Yo no me puedo quejar en el mundo del fútbol. Un día se lo escuché a Toni Nadal. Él decía que no había sufrido con el tenis. Yo tampoco he sufrido con el fútbol. ¿Qué hemos perdido? ¿Qué hemos fallado?, pero eso no es sufrir. Si has hecho todo el esfuerzo y pierdes, ¿qué vas a hacer? Me siento un privilegia­do. Me he movido por pasión, porque me gusta mucho. He sido muy afortunado.

—Hombre, en el Mundial de Brasil, supongo que sí sufriría.

—Hombre… Cuando se tiene esa responsabi­lidad tan fuerte claro que te duele perder. Pero sufrir, sufrir, lo que se dice sufrir por un resultado, nunca. Siempre me acuerdo de los japoneses que se van del Mundial de Rusia sin ningún drama y habían merecido clasificar­se. Y encima asean el vestuario y a tomar por saco. Igual nosotros no somos igual, pero en el fútbol siempre hay un próximo resultado.

—Una curiosidad, ¿cómo se lidian 45 días con un equipo que aspira a ganar un Mundial y con 23 jugadores de alto standing?

—Tuvimos cuidado con las concentrac­iones largas. Las había sufrido como jugador. No eran beneficios­as. Eran contraprod­ucentes. Tuvimos ciclos de cuatro o cinco días. Tres de entrenamie­nto, partido, descanso y la libertad necesaria. Tuvimos prudencia para que nadie se agobiara. Fundamenta­l. Y si los contenidos de los entrenamie­ntos no son muy entretenid­os, se hacen aburridos. Terminan los jugadores hasta el gorro. Hay que tener cuidado con el descanso y el ocio.

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