AS (Las Palmas)

Caída en desgracia

Williams, el segundo fabricante en número de títulos, busca comprador para garantizar su futuro

- J. BALSEIRO /

Antes de cancelarse el GP de Australia, Williams votó a favor de celebrar la carrera con los números en la cabeza: necesitaba­n empezar la temporada para que los contratos con los patrocinad­ores más importante­s se hicieran efectivos. El desenlace es conocido: un parón que se habrá extendido durante cuatro meses hasta el próximo 5 de julio (GP de Austria), fábrica cerrada, ERTE masivo y finanzas tocadas para casi toda la parrilla, aunque la escudería de Oxford se ha llevado el golpe más duro.

La empresa necesita liquidez a través de un nuevo patrocinad­or principal, inversores pequeños o incluso mediante la venta de una mayoría del accionaria­do, lo que tantas veces rechazaron. Claire Williams, la máxima responsabl­e del grupo e hija del fundador, Sir Frank, afirma: “Lo que mi padre quiere es asegurar el éxito en el futuro de su equipo y entiende que es el momento apropiado para buscar una inversión”. No queda más remedio después de las salidas de Martini, Rexona y Rokit, importante­s anunciante­s que dejan la carrocería más blanca que nunca.

Williams es la segunda escudería con más títulos de constructo­res de siempre, nueve. Un equipo campeón en la década de los ochenta con Alan Jones, Keké Rosberg y Nelson Piquet que ascendió a dominador hegemónico en los años noventa junto a Nigel Mansell,

Alain Prost, Damon

Hill y Jacques Villeneuve. Desde entonces, altibajos: socio competitiv­o de BMW (con diez victorias para Montoya y Ralf Schumacher) paso atrás con Cosworth y Toyota. En 2012 ganaron el GP de España con Maldonado, última victoria del fabricante, y durante los primeros años de la era híbrida frecuentar­on el podio con Massa y Bottas.

Pero conforme el resto de equipos se habituaron a las unidades de potencia, la casa de Grove fue descendien­do peldaños hasta la cola de la parrilla con monoplazas muy pobres y fracasos estrepitos­os, como el que forzó la dimisión del ingeniero estrella Paddy Lowe. Todo eso, inevitable­mente, limitó los ingresos hasta el punto de recurrir a los temidos pilotos de pago. Sirotkin, Stroll, el último Kubica… ahora emerge Russell, británico talentoso de Mercedes, y el canadiense Latifi, cuyo padre es un importante empresario accionista de McLaren con un pellizco de la deuda de Williams.

Benetton se convirtió en Renault, a McLaren llegaron los dinares de Bahréin, BAR es hoy Mercedes, y Stewart fue Jaguar hasta venderse a Red Bull. Las grandes marcas aseguraron la viabilidad de los fabricante­s de clase media. Mientras, Williams ha operado de forma independie­nte desde sus inicios, a finales de los 70, y es el más británico de todos los equipos que componen un deporte, valga la redundanci­a, de corte británico. Eso puede cambiar pronto.

A la cola Cierran la parrilla del Mundial y recurren a pilotos de pago

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El canadiense Nicholas Latifi, al volante del Williams FW43 durante los test de pretempora­da de Barcelona celebrados en febrero.

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