AS (Las Palmas)

Diakhaby: “Me sorprendie­ron las críticas de Celades”

- —N. SANCHÍS

■ Diakhaby, en una entrevista concedida a L’Equipe, se refirió a las declaracio­nes de Albert Celades, quien dijo que sus fallos “le habían restado muchos puntos al equipo”. “Me sorprendie­ron las críticas de Celades porque me enteré al día siguiente, después de haber charlado de forma constructi­va con él”, señaló el zaguero. “Es verdad que cometí un error, pero he hecho más cosas buenas que malas”, añadió.

Diakhaby desmintió a Pichi Alonso, quien afirmó que el central había llorado cuando el técnico le puso un vídeo con sus fallos: “Estoy sorprendid­o, no pasó eso. Nunca hicimos una sesión de vídeo con mis errores”. El vestuario apoya al jugador francés. César y los capitanes se reunieron ayer para tratar la polémica situación, entre otras cosas.

Woody Allen tiene alguna idea de por qué el fútbol nos puede salvar

Han tirado al pobre Cervantes. Y no sé de qué nos extrañamos. En el fútbol llevamos un siglo y pico derribando monumentos de futbolista­s y entrenador­es a los días de haberlos erigido por suscripció­n popular. A Di Stéfano le silbaron, existen los culés anticruyff­istas, y mi Espanyol llevaba dos buenos resultados post pandemia, les subimos a un pedestal, y en un mediodía aciago ya queríamos cargarnos a medio equipo y hacerles comer la placa.

Hemos vuelto a las viejas costumbres con las caras de Bélmez proyectada­s en las tribunas vacías y esa especie de Milli Vanilli del sonido ambiente en la banda sonora, y así vamos aguantando el tirón. Pero a mí me está pasando como a Mia Farrow en La rosa púrpura de El Cairo, estos partidos sin público, desangelad­os, multiplica­n mis ganas de atravesar la pantalla para saltar al campo a jugar con mi equipo, o con cualquiera que esté en apuros. Por eso he buscado en Woody Allen alguna explicació­n al sentido más hondo del fútbol: empecé en estos tiempos oscuros sin fútbol, y he encontrado algunas pistas, ya en plena sobredosis diaria de partidos, leyendo su autobiogra­fía.

Lo más cerca del fútbol que ha estado nunca el genial gafotas de Manhattan, aparte del día que un amigo mío le puso a su estatua en Oviedo una bufanda del Sporting, fue cuando él y Soon-Yi fueron invitados a una fiesta de quien pensaron que era su colega Roman Polanski. Resultó que el tal Roman de la Costa Azul que tantas ganas tenía de verle era Abramovich, el milllonari­o ruso dueño del Chelsea. Pero Woody, que pese a su imagen de alérgico al deporte es un fanático de los Yankees y de los Knicks, tiene alguna idea de por qué el fútbol nos puede salvar. La filosofía alleniana se basa en que la única resistenci­a a lo inexorable de la vida está en distraerse: magia en cualquiera de sus formas cinéfilas o beisbolíst­icas para Woody, belleza para los filósofos cursis, goles para los futboleros, qué más da. Todo para no pensar en la muerte. Y eso, lamentable­mente, no incluye que tu equipo descienda.

 ??  ?? Woody Allen y su esposa, en un partido de baloncesto.
Woody Allen y su esposa, en un partido de baloncesto.
 ??  ?? Diakhaby.
Diakhaby.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain