AS (Las Palmas)

El Milán le doblaba el sueldo, pero Guti quería triunfar en el Madrid

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Aconteció hace casi 20 años, mañana se cumplen. Fue el 1 de agosto de 2000. El Madrid de Florentino (llevaba sólo dos semanas en la Presidenci­a del club) acudía al Giuseppe Meazza como invitado al partido del Centenario del histórico Milán. Las circunstan­cias hicieron que el equipo de Del Bosque acudiese a esta cita de alcurnia con un Faltaban Figo, recién fichado del Barcelona, Raúl, Hierro, Helguera, Salgado, Casillas, Roberto Carlos, McManaman, así como Makelele y Flavio, que acababan de ser fichados del Celta y del Deportivo, respectiva­mente. El Milán, en honor a su Centenario, ponía en el verde a los Maldini, Costacurta, Albertini, Gatusso, Leonardo, José Mari, Shevchenko… Un equipazo.

El Madrid era una mezcla de suplentes y canteranos: César; Geremi, Julio César, Karanka, Iván Campo, Solari; Celades, Julio Álvarez, Guti; Savio y Morientes. La afición blanca se temía lo peor ante ese rival que a finales de los 80 ya nos había humillado dos veces seguidas, alejándono­s de la soñada Séptima. Pero nadie contaba con Guti, que esa tarde de magia y talento desatado llevaba precisamen­te el 10 de Figo a la espalda. Suyo fue el 0-1 con un zurdazo desde la frontal. También fue el artífice del 0-2 tras una pared genial con Morientes que resolvió con una asistencia made in Guti. Volvió a marcar en el 0-3 dejando mudos a los 50.000 tifosi del Giuseppe Meazza. Y todavía

Plan B.

tuvo energía Guti para iniciar la jugada del 0-4 de Etoo, que ese verano hacía méritos en vano al no contar para el nuevo proyecto deportivo del presidente (acabó en el Mallorca). El manchego Rivera puso la rúbrica del 1-5 tras un gol de Shevchenko.

La zurda de Guti desprendió tanta magia que Silvio Berlusconi se quedó prendado con el rubio canterano de melena desprendid­a. Llegó a ofrecerle ese mismo verano el doble de lo que cobraba en el Madrid. Guti se sintió halagado, pero su obsesión por triunfar en el equipo de su corazón le pudo más. Rechazó la oferta y se quedó diez años más en su casa, en ese santuario del Bernabéu que empezó discutiénd­ole y acabó amándole. Para la posteridad quedaron sus taconazos irrepetibl­es a Zidane, en un Madrid-Sevilla en el Bernabéu, y ante el Depor en Riazor. Han pasado 20 años y Berlusconi se sigue preguntand­o cómo ese chaval se atrevió a decirle que no. Justo un año después, el 1 de agosto de 2001, Zidane debutaba de blanco en suelo español en el Trofeo Ciudad de Alicante, ante el Montpellie­r en el Rico Pérez. Ganó el Madrid 1-0. Pero no marcó Zizou, el gol fue obra de un tal Guti…

Recital

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Guti, con el trofeo del Centenario del Milán celebrado en el 2000.

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