AS (Las Palmas)

Trincao se presentó en mitad de la tormenta

Bartomeu fue a la foto con el portugués, que firma hasta 2025 con una cláusula de 500 millones, pero no estuvo en la rueda de prensa

- JUAN JIMÉNEZ /

Fue una mañana extraña en el Camp Nou. Se presentaba el extremo portugués Francisco Trincao (29-121999), que ha firmado un contrato con el Barça hasta 2025 con una cláusula de rescisión de 500 millones de euros, pero el hombre más buscado era Josep Maria Bartomeu. Su coche se movió del parking de las oficinas, pero él no estaba dentro. Finalmente, Bartomeu estuvo en la foto de la firma del contrato y también se inmortaliz­ó con el chico con el Camp Nou de fondo junto a Javier Bordas y Ramon Planes, pero no acudió a la rueda de prensa. El mensaje institucio­nal se dejó en manos de Ramon Planes, que apenas llevaba tres aparicione­s públicas como secretario técnico del Barça. “Intentarem­os que el matrimonio Messi-Barça siga junto”, zanjó con corrección política.

A Trincao, que debió vivir uno de los días más extrañamen­te felices de su corta carrera futbolísti­ca, casi no le salía la voz cuando hizo su discurso de llegada, pero salió bien del trance. “Es mi primer día. Todo es grande, es bueno. Es el mejor club del mundo y es un orgullo para mí estar en el mejor club del mundo, con los mejores. Estoy con ganas de empezar, hacer goles y asistencia­s”. Trincao sabía que no podía salirse del guion y así fue. Ya tenía claro que le preguntarí­an sobre el protagonis­ta del día: “Claro que quiero que se quede Messi. Pero no es algo que yo tenga que contestar. Vamos a ver qué pasa. Yo no sé qué va a pasar, yo estoy aquí para hacer mi trabajo y ser mejor a diario”.

Tampoco quiso meterse en asuntos tácticos: “Todavía no he hablado con Koeman. Primero tengo que hablar con el entrenador para saber qué quiere de mí, pero yo puedo jugar en todas las posiciones de la delantera y también de interior. Vamos a ver qué dice el entrenador, que quiere de mí”. El jugador, que lleva ya un par de semanas entrenándo­se con el grupo, también evitó en lo que pudo el nombre de Figo: “Referentes portuguese­s son todos los que tuvieron aquí. Figo fue muy bueno, pero yo estoy aquí para hacer mi historia y hacerlo mejor todavía”.

Ídolo “Claro que quiero que se quede Messi, pero no me correspond­e a mí”

Los que somos del Barça sabemos que jamás veremos a otro futbolista como él

Tenía que ser a los 33 años, la fatídica edad a la que murió el Mesías, cuando se marchara también Messi. Puro simbolismo. Hay una diferencia. La daga en el costado nos la han clavado a los aficionado­s culés y somos cada uno de nosotros los que nos quedamos sangrando en esa cruz. Puede sonar exagerado, solo es fútbol, pero los que somos del Barça sabemos que jamás veremos a otro futbolista como él. Por eso, esto que leen no es una columna, sino una balada triste de despedida y no cabe la suficiente tristeza en ella para expresar lo que sentimos hoy al ver a Leo marcharse de esta manera.

Nos deja huérfanos. Se va Messi, se va nuestro jugador favorito, se marcha el futbolista más importante de la historia del fútbol. Se va el jugador que más felices nos ha hecho jamás, se va nuestro símbolo. Todo aficionado al fútbol es un niño que vibra y sueña viendo a su equipo. ¿Cómo quieren que los culés hoy no demos una pataleta? Nos han despojado para siempre de nuestro juguete favorito, nos han extirpado a Messi, la única enfermedad de la que no nos queríamos curar. ¿Cómo es posible que aquella bellísima historia que comenzó en una servilleta haya acabado con un burofax? Imposible un comienzo más inevitable y romántico e imposible también un final más frío y letal.

Es la historia de amor más triste de todos los tiempos, que esos dos jóvenes que se juraron todo y se amaron durante 20 años, acaben su mágico cuento frente a un abogado. Es el final de Plataforma de Houllebecq. ¿Cómo íbamos a pensar que ese asesino con cara de niño, que masacraba a todos los equipos rivales, acabara asestando, por hartazgo, la puñalada final en el corazón de los culés? ¿Cómo ha sido posible? No quiero hablar de razones ni de culpas. Que hagan otros los análisis. Solo quiero llorar su marcha. ¿Cómo es posible que no haya manera de sentarse y arreglarlo? ¿Cómo es posible que no haya vuelta atrás? ¿Dónde ponemos ahora los culés, en qué bota, en qué jugador, las esperanzas que solo Messi fue capaz de darnos?

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Javier Bordas, Josep Maria Bartomeu, Trincao y Ramon Planes, en la presentaci­on del portugués.

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