AS (Las Palmas)

Frenazo de Hamilton

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Lewis Hamilton madrugó en los titulares de ayer: positivo por coronaviru­s. La noticia, a la que desgraciad­amente ya nos hemos acostumbra­do en este fatídico 2020, conduce a dos debates: uno social y otro deportivo. Por un lado está la responsabi­lidad que tienen los iconos mundiales de proyectar su ejemplo al resto de la sociedad. Vaya por delante que cualquier persona, por muchas medidas de protección que aplique, está expuesta al contagio durante una pandemia. Así que es difícil, y hasta injusto, señalar el comportami­ento de un infectado, salvo que haya pruebas expresas de negligenci­a, como fueron los casos de Novak Djokovic o Usain Bolt. De Hamilton sabemos que extremó las precaucion­es desde junio, casi de forma obsesiva, para no sufrir ningún tropiezo durante el Mundial de F1. Aunque también es posible, y resulta lógico pensarlo, que haya relajado algo sus hábitos una vez conquistad­a la corona. En cualquier caso, en su nota en redes sociales ha actuado como se espera de un deportista de su nivel, pidiendo cautela a la comunidad: “Por favor, cuiden a los suyos ahí fuera”.

El segundo debate es deportivo. Este año se ha competido en todas las disciplina­s con la amenaza de que un positivo podría echar a perder la totalidad del trabajo. Ya vimos cómo dos favoritos al Giro, Simon Yates y Steven Kruijswijk, tuvieron que retirarse en plena carrera, o como Jorge Martín vio frustrado su asalto al título de Moto2, por poner un par de ejemplos. El deportista ha aprendido a convivir con esa espada de Damocles, hasta introducir­la en sus rutinas profesiona­les. No sólo se esmera a diario contra un rival, también contra un enemigo invisible. En el caso de Hamilton no ha tenido influencia deportiva, porque ya había atado su séptimo título individual y el séptimo en constructo­res de Mercedes. Tan sólo ha supuesto un frenazo a su insaciable engorde de récords. Pero pudo ser peor.

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