El corazón de Maradona pesaba 500 gramos
Ya se conocen resultados del informe inicial de la autopsia
El caso Maradona puede dar un giro definitivo con el test toxicológico al que fueron sometidos ayer sus restos en un laboratorio de La Plata. Se examinaron sangre, orina, tejidos y cabellos y se espera que los resultados estén disponibles en una o dos semanas.
Hay muchas dudas acerca del fallecimiento de Maradona y por qué estuvo provocado. El paro cardíaco sufrido dejó demasiadas incógnitas, como recoge el informe inicial de la autopsia. En él, se dice que el corazón estaba más dilatado de lo normal y que algún fallo en su sistema debió provocar esa anomalía. El corazón de Diego pesaba 500 gramos, según el informe, un peso muy elevado para los responsables forenses.
Mediante el test toxicológico se determinará si en las horas previas a su fallecimiento, o en los días anteriores, Maradona consumió algún tipo de sustancia contraindicada. Se analizará si los medicamentos eran los adecuados o sí hizo suficiente uso de ellos, además de si tomó alcohol o cocaína. Un positivo en cualquiera de estas pruebas podría ser concluyente a la hora de esclarecer el motivo de su muerte.
Hay que recordar que Maradona había sido intervenido por un hematoma subdural en la Clínica Los Olivos antes de ser trasladado, por voluntad propia, a una residencia en Tigre. Se ha sabido que Diego presentaba un cuadro de depresión y que se pasaba días encerrado en su habitación. Además, se confirmó que sólo unos días antes de fallecer se cayó y se dio un golpe en
Habitación El cuarto en el que falleció no reunía las condiciones necesarias
la cabeza. Finalmente, un paro cardíaco acabó con su vida.
Por otra parte, según informó Olé, la justicia investiga las condiciones en las que estaba la habitación en la que falleció Maradona. El 10 estuvo en una casa de varios pisos pero, al no poder trasladarle a los dormitorios de las plantas superiores, le adaptaron una habitación en el piso inferior que no tenía las mejores condiciones para el reposo.
El diario Olé cita fuentes de la investigación judicial que aseguran que este cuarto estaba “detrás de la cocina” y que “había ruidos permanentes”. “Maradona tenía dinero suficiente para estar en un lugar cómodo de internación domiciliaria. No merecía algo así”, asegura.
Diego era capaz de dislocarse el tobillo con tal de no centrar con su pierna mala
Me despierto con la alerta de una de las mil aplicaciones descargadas en el teléfono. Dice así: “Una semana sin Maradona”. Y pienso: ni resucitó al tercer día, ni al cuarto ni al quinto, ni siquiera al séptimo… luego no era Dios, ni el hijo de Dios, sino un simple mortal, como tantos, de esos de dolor de muelas y pelusa en el ombligo. Uno más. Y entonces le veo peor jugador, bestialmente limitado por el hecho de tener dos pies izquierdos.
Parió la Mano de Dios porque era bajito y no llegaba a cabecear, de ahí la trampa y el palmeo (con la zurda, cómo no) ante Shilton, al que le rondan de nuevo los fantasmas y lleva una semana de lado a lado de la almohada sin apenas dormir. Marcó el 2-0 aquella misma tarde tras volver a mostrar sus carencias: se vio obligado a regatear a cinco ingleses pues en sus recortes el balón le caía para rematar de derecha y eso iba en contra de su religión. Lo de Juan José en aquel Real Madrid-Barça es más de lo mismo. Maradona dribló a Agustín, pero ni siquiera una portería vacía es pan comido cuando uno tiene dos botas izquierdas. Incapaz de rematar con la derecha, tuvo que recortar al defensa y empujar la pelota con ese “guante blanco calzado en el pie del lado del corazón” (cantaba y cantará Calamaro). ¿Y aquellas rabonas con Argentina y el Nápoles? Tres cuartos de lo mismo. Diego era capaz de dislocarse el tobillo con tal de no centrar con su pierna mala.
La derecha estaba de adorno en él, su derecha quedó en Villa Fiorito o no sabemos dónde. Es como si Ali hubiera peleado con la zurda atada a la espalda o como si Jordan volara con un ala menos. Quizá fue una ventaja que el Pelusa decidió darle al rival, sería el colmo que también en eso fuera tan generoso. Me río con la anécdota que contaba Ángel Cappa hace unos días en la Cadena SER. Estaba viendo junto a Maradona un partido de Jordan y el exentrenador le comentó: “¡Qué grande es Jordan, qué bien juega!”. Diego guardó silencio unos segundos y respondió: “Sí, es un fenómeno. Pero él juega con las manos”. Y con las dos, le faltó decir.