Mariano y Jovic, 85 millones que fueron al limbo
Llevan cuatro goles en dos años
EI Real Madrid ha trabajado en la búsqueda de gol desde que se marchó Cristiano. La primera apuesta fue Mariano. El canterano realizó un gran año en el Olympique de Lyon en la 2017-18 (21 goles) y el club blanco, con Lopetegui
en el banquillo, ejerció su derecho de tanteo cuando el Sevilla
se quiso hacer con él en el verano de 2018. Pagó algo más de 23 millones de euros. No funcionó: cuatro goles en 18 partidos en su primera temporada.
Ese bajo rendimiento provocó que el Madrid volviera al mercado al verano siguiente.
Esta vez se fijaron en Luka Jovic, que deslumbraba en el Eintracht. Se apostó fuerte: 60 millones de euros. De momento, el serbio está muy lejos de justificar ese desembolso: sólo lleva dos goles (ambos el curso pasado) en los 32 partidos que ha disputado. Durante su estancia en el Real Madrid ha coincidido con Mariano, que apenas ha contado para Zidane en las últimas dos temporadas (dos goles en 14 partidos).
Mercado El canterano se niega a irse y cuesta encontrar una cesión al serbio
Entre los dos suman cuatro tantos entre la pasada campaña y lo que se ha jugado de la actual, números que están muy lejos de lo que esperaba el club tras desembolsar cerca de 85 millones por los dos.
De hecho, ambos tienen la puerta de salida abierta, aunque de distinto modo. En el caso de Mariano (27 años) se le busca destino (preferiblemente traspasado) desde que Zidane regresó al banquillo. Son tres ventanas de fichajes (dos de verano y una de invierno) intentando que salga, pero el canterano se niega porque quiere cumplir su contrato (hasta 2023). Por tanto, no se espera que cambie de opinión en el mercado actual. A Jovic (22 años), por su parte, se le busca una cesión. Lo intentó el Madrid el pasado verano (Zidane prefería quedarse con Borja Mayoral), pero no se encontró destino. Una situación que se repite en el mercado que se abrió hace menos de dos semanas: Zizou prefiere que el serbio se vaya cedido.
La plantilla está ahora separada en dos bloques: los de siempre y los de nunca
Hubo un tiempo en el que jugar en el Real Madrid estaba muy caro. Recuerdo la final de Champions en Cardiff contra la Juventus. Se quedaron fuera de la convocatoria, entre otros, James, Pepe o Lucas Vázquez. La ausencia del gallego en un partido de tal envergadura, siendo un jugador tan del agrado de Zidane, nos da una idea bastante clara de la profundidad y la competencia que había en aquella plantilla. Y de la confianza que mantenía el entrenador francés en cada uno de sus jugadores. Fue el año de la famosa Unidad B. Y todavía daría tiempo para ganar otra Champions.
Mantener aquel plantel era bastante insostenible. Poco a poco se fueron marchando secundarios de lujo que querían más minutos (o mejores contratos), como Morata, Kovacic, Pepe, Danilo o James. Cristiano se fue. Bale también. Otros como Marcelo o Isco, imperiales durante aquella temporada, atraviesan un bache de forma y confianza. Pero el resto se mantiene. Del once inicial de la final de Cardiff, salvo Keylor y Cristiano, estarían todos los demás disponibles para jugar el fin de semana que viene. El problema del Madrid es querer seguir aspirando a todo con esos mismos jugadores, cuatro años después, sin Cristiano y sin rastro de una Unidad B que dé descanso y limpie el paladar al equipo.
Se echa en falta un paso adelante de esos otros jugadores que oxigenen las piernas y las ideas de los Modric, Casemiro, Carvajal o Benzema, y que ofrezcan algo distinto y nuevas soluciones en partidos-trampa que se le están atragantando ahora mismo al Madrid. E incluso que sirvan para amenazar ciertos puestos y poner caras algunas titularidades. Pero no hay ni rastro de ellos. La plantilla está ahora separada en dos bloques: los de siempre y los de nunca. Solo el ausente Rodrygo parece transitar entre esas dos aguas y gozar de suficiente confianza. El resto ni está ni se le espera. Además, las lesiones de Odegaard, Militao, Odriozola, Jovic o Mariano (o incluso el año pasado de Brahim) parecen tener mucho más peso que las de Hazard, Asensio u otros a la hora de volver al equipo. Penalizan más. Al igual que los malos partidos. Este Madrid necesita urgentemente volver a tener fe en sus actores secundarios. Son los que hacen que la película pase de ser buena a ganar premios.