AS (Las Palmas)

El sucesor de Nadal

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Carlos Alcaraz se ha convertido, con el aval de sus resultados y de su juego, no sólo en la gran esperanza del tenis español, sino también en el relevo natural de Rafael”. La frase se la he tomado prestada a Toni Nadal, que arrancaba así su columna del 26 de diciembre en El País. La proyección del murciano no ha pasado inadvertid­a en el circuito. De hecho, la ATP le concedió el premio de Jugador Revelación del último curso, un galardón votado por los tenistas. En febrero de 2020, Alcaraz ya saltó a los titulares con 16 años cuando logró su primera victoria en su debut en un cuadro final, al batir a Albert Ramos, entonces 41 del mundo, en Río de Janeiro. Ha pasado algo menos de un año y la joven perla vuelve a acaparar el interés al superar la previa de Australia. Alcaraz ha logrado el pasaporte a su primer Grand Slam con 17 años, ocho meses y ocho días. Sólo Arantxa Sánchez Vicario y Rafael Nadal desembarca­ron más jóvenes. Palabras mayores. Su irrupción alumbra el futuro de un tenis español que hasta el propio Nadal no veía claro. “Necesitamo­s un relevo”, dijo tras la Davis en 2019.

Su emersión en la élite abre algunos debates paralelos. Por un lado, sobre la gestión de la presión a su edad. El propio tío Toni, que algo sabe de forjar una estrella, se opone a la creación de “una burbuja” de protección en torno al deportista, porque “todos los que desean destacar deberán soportar una presión que les acompañará durante su carrera”. Y también porque tendrá que convivir con “la inevitable comparació­n” con Nadal. En este sentido sí hay que ser prudentes con las expectativ­as, porque una cosa es aspirar a ganar algún Grand Slam o a pelear por el número uno como hizo su mentor, Juan Carlos Ferrero, algo al alcance de muy pocos, y otra muy distinta es igualar a Rafa, uno de los mejores de la historia, quizá el mejor, algo sólo al alcance de los dioses del deporte.

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