AS (Las Palmas)

Y Zidane sonrió...

- DESDE LA TELE TOMÁS RONCERO

Frustrante.

El Madrid regaló una hora de partido y se volcó en la última media como lo exige su historia. Buscando con fiereza la portería de Unai Simón, gracias sobre todo a la zurda de seda de Asensio (el MVP de los blancos) y el empuje de Ramos. Pero murieron en la orilla. Faltó tiempo y pegada. El campeón de la Supercopa perdió su corona ante un Athletic muy bien rearmado con Marcelino en la banda. Lo que no entendí es que nada más acabar el partido y con la frustració­n de la derrota pintada en la cara nuestro Zidane se acercase al técnico asturiano para felicitarl­e, algo elogiable y elegante, pero lo acompañó con unas sonrisas y una jovialidad gestual que me rompió los esquemas. Zizou, en el Madrid si uno pierde se cabrea, se va jodido al vestuario y no habla con nadie en el vuelo de vuelta. ¿De qué nos reímos? ¿De qué por fin volvemos a casita después de una semana lejos del dulce hogar? Por favor. Que no somos críos. La derrota aquí duele como si nos echasen sal gorda en la herida abierta por nuestra contumaz ceguera ante el gol. Un golito en Elche, ninguno en Pamplona, otro golito en Málaga... Nos hemos perdido un Clásico estupendo por esa autocompla­cencia absurda.

Lo que faltaba.

Tampoco sé de qué me extraño y menos estando en el año 2021. Después del asalto al Capitolio y de la nevada histórica que nos dejó Filomena solo me faltaba enterarme de que por primera vez en sus 130 años de existencia el emblemátic­o reloj del Banco de España se ha parado (por efectos del hielo). Así que la sonrisa de Zinedine tras quedar eliminados entra perfectame­nte en el guion de este arranque de año que nos tiene a todos fuera de cobertura. Ya no sé si irritarme o ponerme a reír yo también...

No fue como en 2017.

Cómo ha cambiado la vida desde aquel alirón liguero cantado en este precioso estadio. En aquella tarde de gloria en La Rosaleda (21-5-2017) Zidane dispuso un once del que cuatro años después han repetido en el mismo escenario más de la mitad: Sergio Ramos, Varane, Casemiro, Kroos, Modric y Benzema. En el banquillo estaban ayer Isco y Marcelo, titulares aquel día en Málaga, y se han ido Keylor (PSG), Cristiano y Danilo (Juventus). Con los suplentes y sin minutos se quedaron Lucas Vázquez y Asensio, ahora titulares indiscutib­les. La clave está en el 7. Allí lo llevaba el tal Cristiano (450 goles a babor y estribor). Ahora el 7 lo (des)luce Hazard. Sólo puedo decir una cosa. Con el belga el Madrid está jugando con diez. No es ni su sombra del jugador que nos fascinó en el Chelsea. Es un cero a la derecha (donde jugó el primer cuarto de hora) y un cero a la izquierda, donde jugó hasta que Zizou por fin se atrevió a cambiarle. Pero ya era tarde...

El adiós a Juanito.

Hablar de La Rosaleda, de Málaga y del Real Madrid te lleva, inevitable­mente, a pensar en Juanito, en nuestro héroe eterno allá donde esté. Recordé antes del encuentro la última vez que le vi de corto en el Bernabéu. Fue en un Madrid-Málaga jugado en enero de 1989 (el pasado lunes se cumplieron 42 años de ese partido). Juan daba sus últimas clases magistrale­s con el balón defendiend­o los colores malacitano­s, pero antes de rodar la pelota posó con la totalidad de la plantilla del Madrid (los suplentes incluidos), provocando que en las gradas repletas nos rompiéramo­s las manos aplaudiend­o el bonito gesto. Quién nos iba a decir que tres años después nos diría adiós para siempre. No te olvidamos, leyenda. Hoy, tú no hubieras sonreído.

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Asensio, el mejor del Madrid, se va fastidiado al término del partido.
 ??  ?? Zidane, muy sonriente, choca la mano con Marcelino para felicitarl­e por el triunfo del Athletic al término del partido de La Rosaleda.
Zidane, muy sonriente, choca la mano con Marcelino para felicitarl­e por el triunfo del Athletic al término del partido de La Rosaleda.
 ??  ?? Florentino fue a dar ánimos a sus jugadores antes de partir del hotel de concentrac­ión a La Rosaleda, pero abandonó el palco contrariad­o. El primer título de la temporada se fue al garete.
Florentino fue a dar ánimos a sus jugadores antes de partir del hotel de concentrac­ión a La Rosaleda, pero abandonó el palco contrariad­o. El primer título de la temporada se fue al garete.
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