AS (Las Palmas)

El desbarajus­te de los penaltis

El Barça ha fallado más del 40% de los que ha lanzado esta temporada y sólo Messi es fiable en los azulgrana

- J. JIMÉNEZ / BARCELONA

EI Barça ha fallado cinco de los doce penaltis que ha tirado esta temporada, sin contar la tanda de penaltis que disputó ante la Real Sociedad. Eso supone más de un 41 por ciento de errores desde los once metros. Una cifra pésima para un equipo de élite. Griezmann (Betis), Messi (Valencia), Braithwait­e (Eibar), Pjanic (Cornellà) y Dembélé (Cornellà) han fallado penas máximas en el curso 2020-21. Por fortuna para el Barça, sólo una de las penas máximas, la de Braithwait­e, significó pérdida de puntos. Messi marcó el rechace de su propio penalti el día que igualó el récord goleador de Pelé; y ante el Betis y el Cornellà el Barça terminó ganando sus partidos. A la lista negra podría unirse Frenkie de Jong, que falló en Córdoba contra la Real Sociedad en la tanda. También Griezmann, pero la aparición de Ter Stegen evitó que el desbarajus­te de los penaltis subiese de tono.

Tal vez lo peor de los penaltis no sean los fallos en sí, sino la sensación de que, cuando no está Messi, vale todo en la jerarquía de lanzadores del Barça. Un día, ante el Eibar, Braithwait­e decide cogerse el penalti sin preguntar a nadie. Griezmann falla uno ante el Betis y desaparece de la lista de tiradores.

Ayer ni asomó a lanzar el penalti cometido sobre Araújo pon Cornellà, aunque en su caso parecía un buen detalle para no meterse en las disputas por tirar. Dembélé aparece y desaparece y un día la pone en el rincón y otro roza el ridículo en el disparo.

Koeman tomará cartas en el asunto. El holandés admitió que podía haber un problema “psicológic­o” y algo de “miedo”, aunque no alcanzaba a comprender­lo porque, como explicó, ni siquiera hay público en los campos. Pero también deslizó que tal vez había dado manga ancha a los jugadores. Es posible que el técnico intervenga en el asunto, que obligue a trabajar más los lanzamient­os y, sobre todo, que elabore una lista de tiradores. La autogestió­n no se ha revelado como una buena idea, de momento.

Lista negra Fallaron Griezmann, el mismo Messi, Pjanic, Braithwait­e y Dembélé

“No es serio fallar dos penaltis, no puede ser”, estalló Koeman tras lo sucedido en Cornellà

Para imaginar lo que debe estar sufriendo Ronald Koeman cada vez que un árbitro pita penalti, conviene ponerse en el pellejo del padre de Billy Elliot. Si no lo recuerdo mal, Jackie Elliot era un sufrido minero del condado de Durham, tosco y chapado a la antigua, medio empeñado en que el pequeño Billy siguiera sus pasos hasta dominar el noble arte del boxeo. Pero el niño prefería la danza clásica — “¡quiero bailar!”— y, claro, al padre se lo llevan los demonios durante buena parte de esta adaptación cinematogr­áfica del viejo refrán: “En casa del herrero, cuchillo de palo”.

Cuesta recordar, en la más que centenaria historia del Barça, un lanzador desde los once metros más fiable que el actual entrenador. Segurament­e lo haya, no digo que no, pero en mi deficiente imaginario blaugrana Koeman es a los penaltis lo que Daniel Ducruet al braguetazo: un maestro, un elegido por los dioses del fútbol para ajusticiar desde el punto fatídico cualquier exceso de las defensas rivales. “No es serio fallar dos penaltis, no puede ser”, estalló tras lo sucedido en Cornellà. Es de suponer que él también tiene en mente aquellas sabias palabras de Woody Allen: “La comedia solo es tragedia más tiempo”.

LYes que más allá del desacierto recurrente, lo que empieza a provocar escalofrío­s es el vodevil que se forma en el área rival cada vez que el colegiado señala la pena máxima. En ausencia de Messi, los demás se van mirando como si acabaran de encontrars­e en la cola de la carnicería: a ver quién da la vez. Antoine Griezmann, otrora ejecutor infalible, es ahora esa señora con las gafas colgadas del cuello que nunca tiene prisa, la que siempre te cede el turno porque necesita que le deshuesen el pollo y, ya se sabe, eso lleva un cierto tiempo.

a psicosis parece tal que a nadie extrañó la desazón de Koeman cuando Riqui Puig se ofreció para lanzar el quinto penalti contra la Real Sociedad. “La madre que os parió”, decía aquella mirada furtiva cuando el señalado como la oveja negra del vestuario dio un paso al frente porque, como Billy Elliot, quería bailar. Me recordó a mi padre cuando reniega de su propio ADN y acude al refranero buscando consuelo: “¡Maldita la rama que al tronco no sale!”.

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Ramón Juan celebra el penalti que le paró a Pjanic mientras el bosnio se lamenta.
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Ramón Juan detuvo dos penaltis al Barça.

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