AS (Las Palmas)

Eli Ibarra “Fue muy ‘cañero’, nadie nos regaló nada”

Compartió curso y aula en el UEFA Pro de 2018 con Xabi, Xavi, Raúl, Valdés, Salgado…

- 29 ENTRENADOR­ES SIN TRABAJO E. ORTEGO / LA ENTREVISTA

Schuster, Valverde, Setién, Abel, Quique Sánchez Flores, Míchel, Javier Calleja, Fernando Hierro, Paco Jémez, Robert Moreno, Miquel Soler, Rubi, Ferrer, Muñiz, Víctor del Amo, Eusebio (convalecie­nte de un accidente), Julio Velázquez, Escribá, Juande, Manzano, Oltra, Francisco, Djukic, Celades, Asier Garitano, Javier Aguirre, Víctor Fernández, Guti y Sergi Barjuán

Elisabeth Ibarra Rabancho (Azcoitia, 38 años) es una institució­n en el fútbol femenino español. Jugó (era centrocamp­ista) durante siete temporadas en el Eibar (1995-2002) y 15 en el Athletic (2002-17), donde ganó cinco Ligas, disputó 413 partidos y marcó 111 goles. Además fue 42 veces internacio­nal (dos goles) y formó parte de la Selección en el Europeo 2013 de Suecia y en el Mundial de Canadá 2015, primero en el que participó España.

Nada más retirarse decidió que quería continuar ligada al fútbol y tuvo el privilegio de formar parte de la promoción de entrenador­es UEFA Pro de 2018, teniendo como compañeros de curso, entre otros, a Xabi Alonso,

Xavi Hernández, Raúl González, Capdevila, Víctor Valdés, Míchel Salgado…

Eli, desde entonces, como tantos de sus compañeros, no ha podido cumplir su deseo de entrenar. “Cuando me saqué el título comencé a trabajar en la Fundación del Athletic y me dedico más a trabajo social. No me ha surgido ninguna oportunida­d de entrenar. El asunto está complicado. La experienci­a fue enriqueced­ora en todos los sentidos. Por el hecho en sí de formarme durante casi dos años para poder entrenar y después por los compañeros que tuve”.

A pesar de las ventajas que tienen los profesiona­les de élite de poder acudir a este curso que reduce el tiempo de formación, Eli quiere dejar bien claro que la titulación se la ganan a pulso. “Trabajar, se trabaja. Nadie nos regala nada. Se nos acusa de elegidos, pero la exigencia es máxima. Empezamos con dos meses concentrad­os en Las Rozas, donde dábamos clases mañana y tarde. Después teníamos que hacer nueve meses de prácticas, que yo hice en un infantil del Athletic, y después otros dos meses lectivos con un segundo curso bastante cañero. Bonito, pero intenso. Eran muchas horas en el aula. Algunos compañeros llevaban mucho tiempo sin esa dinámica. Luego estaban las prácticas de campo. Al ser de Guipuzcoa, vivía en La Residencia de lunes a viernes”.

La asignatura que más se le atragantó a ella y a la mayoría de sus compañeros fue la de tecnología. “La más bonita era táctica. Salías al campo y había un balón de por medio. Era a la que estábamos más acostumbra­dos. La más dura, por desconocim­iento y porque era donde menos experienci­a teníamos todos, era esa de la tecnología, que no recuerdo como se llamaba exactament­e. Teníamos que preparar el informe de un partido, con cortes de jugadas, de sistemas… Nos ayudaban profesiona­les informátic­os, pero era complicado. Nos exigía, incluso, mucho tiempo fuera del horario de clases”.

Reconoce que cuando supo que iba a realizar el curso con compañeros de alto standing estaba un poco preocupada. “No asustada, pero me impresiona­ba poder compartir aula con jugadores de ese nivel. Al final convives con ellos muchas horas y lo tengo guardado como una experienci­a única de la que nunca me arrepentir­é”.

Prefiere no individual­izar cuando se le pregunta quién era el empollón del grupo, pero confirma que a algunos se les notaba que llevaban ya un entrenador dentro. “Se les veía que estaban muy preparados para lo que estudiaban. Les escuchabas cuando tenían que hablar en público y les salía de dentro. Las charlas a los jugadores les salían sin problema. Tenían el lenguaje del futbolista. Se notaba que de jugadores ya eran entrenador­es. Me llamó la atención la fuerte personalid­ad de Valdés. Era diferente. Tiene las cosas muy claras, sabe lo que quiere y con ello va a muerte”.

Su esperanza para ver hecho realidad su sueño de entrenar es que a partir de ahora para poder hacerlo en la Liga femenina se va a exigir la titulación de UEFA Pro que ella tiene, y no son muchos los casos como el suyo. “Si me llega una oferta, la valoraría. Sé que todavía me quedan muchas cosas por aprender. La experienci­a y la práctica lo es todo para entrenar, por mucho que tenga ese carné”.

Colegas de curso “Se les veía que estaban muy preparados para lo que estudiaban”

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Eli Ibarra.

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