AS (Las Palmas)

Koeman, premio a la osadía

El holandés llena el equipo de delanteros y sale cara; 36 tiros a portería en Los Cármenes y 121 ataques con peligro

- JUAN JIMÉNEZ / BARCELONA

Esta vez, Ronald Koeman triunfó en el caos. Muy desacertad­o en otros instantes de la temporada, cuando su obsesión por meter jugadores de ataque desequilib­ró al equipo, en Granada el plan funcionó y a lo grande. El Barça remató 36 veces, 23 de ellas a puerta. Sacó 18 veces desde la esquina (ninguna el Granada) e hizo, según la estadístic­a, 219 ataques, de los que 121 fueron considerad­os peligrosos. Una producción que sólo tuvo merecido resultado al final, con los goles agónicos de Griezmann y Jordi Alba.

El Barça terminó el tiempo reglamenta­rio en Granada a la heroica, acorraland­o al rival, con un once muy desequilib­rado que recordó viejos y divertidos tiempos con Johan Cruyff. Casi a lo loco, con Ronald Araújo cerrando sólo en defensa; dos laterales volcados arriba casi como extremos (Alba y Dest); tres centrocamp­istas de vocación ofensiva (De Jong, Pedri y Riqui Puig); y cuatro delanteros (Dembélé, Messi, Griezmann y Braithwait­e). Resultó impactante ver a Pedri iniciar las jugadas desde la posición de teórico central. Chico para todo, también eso lo hizo bien el canario, un jugador de un impacto espectacul­ar para el juego del Barça, un ángel caído del cielo en estos tiempos difíciles.

Paradójica­mente, esa supuesta anarquía tuvo impacto en el Granada, que empezó a sentirse incapaz de achicar el agua que llegaba a su área. Trincao (antes de ser sustituido), Dembélé y Messi estrellaro­n tres balones en los postes; Braithwait­e se encontró con Aarón en un cabezazo y mandó fuera otro... Fue un ataque a la heroica y con toda la fe del mundo hasta que llegó el empate. E incluso el 2-3. El Granada fue incapaz de codificar bien las fórmulas del Barça para llegar hasta su portería, y se hundió.

Koeman, sin embargo, tuvo la cintura suficiente para matizar al equipo ya al final. En la prórroga, Lenglet sustituyó a Pedri. Cuando empató a dos, el Barça concedió una acción de Suárez, que disparó fuera, todavía en el tiempo reglamenta­rio. Y con el 2-3, se produjo la acción del penalti de Sergiño Dest. Koeman cerró al equipo con el central francés y lo ordenó de manera más racional. Araújo y Lenglet fueron los centrales; Dest y Alba laterales; Riqui llevó la manija desde el medio; y Messi y Griezmann destrozaro­n al Granada entre líneas.

El de Granada también fue un triunfo de entrenador. Koeman triunfó en el caos. Pero el holandés sabe que queda mucha tarea. La principal, evitar errores individual­es como el del 1-0. Umtiti, como Piqué en Vitoria o en Madrid; como Lenglet en Cádiz, volvió a jugar con el balón en una zona en la que el holandés lo tiene prohibido. El Barça concede goles con demasiada facilidad para lo que transmite. Tal vez por eso Koeman diga que no están para ganar muchas cosas esta temporada.

Impacto El Granada, incapaz de codificar el juego ofensivo del Barça Multiusos Con cuatro puntas, Pedri hace, y bien, de improvisad­o central

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Koeman da instruccio­nes a Riqui Puig antes de salir al campo.

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