Varane cree
El Madrid remonta con un doblete del francés y se mantiene en la carrera ● Vinicius no mejora
Flaquea la fe en el Madrid, que cuanto más mira la tabla más difícil le parece sobrevivir a ella. Pero aún quedan creyentes. El balón parado y Varane le dieron una victoria a la que no fue capaz de llegar en la suerte natural. Reapareció el reverso de Benzema, que dejó escapar dos ocasiones de las que ya no quedan, fue insustancial Vinicius y Asensio anduvo en el cielo y en el suelo. Un tridente sin filo compensado por un central ambicioso ante un Huesca nuevo, con buenas perspectivas, que hizo un gol y estrelló dos balones en el larguero.
El Madrid es una mala primavera. Nadie sabe si mañana saldrá el sol o arreciará la lluvia, si será carne o pescado. Y así resulta imposible salir ileso en competiciones de largo recorrido que se juegan en las cuatro estaciones del año. Anda ahora en la estación seca tras la jibarización de la plantilla por lesiones, sanciones y jugadores en fuga y porque la entrega de dos títulos en una semana le ha sumido en una depresión general, incluido Zidane, antes sonrisa del régimen, ahora tan agrio como el ambiente que envuelve al equipo. Por fin descubrimos que no tiene piel de elefante. Así llegó a Huesca, con pocos jugadores y menos esperanzas, con más aire de perseguido que de perseguidor.
Zidane no se salió de su hoja de ruta: los de siempre más los repuestos donde hubiese caídos. Y muchos caídos (Hazard, Lucas Vázquez, Rodrygo...) necesita ya Vinicius para estar en el once. Los dos meses de suplencia no sólo acentuaron su falta de eficacia sino que le privaron hasta de la fotogenia. No se le recuerda una sola aventura en esa edad media a la que se vio abocado. En Huesca le dieron una oportunidad sin que tampoco se acercase a ese aprendiz de brujo que aparentaba.
Le costó entrar en materia, como al resto del equipo, incapaz de disimular su mal humor por la situación en la tabla. De hecho, el Huesca pareció subirse de salida en ese trampolín del cambio de entrenador, que despierta a los fijos, por incierto, y a los olvidados, por esperanzador. En un solo minuto Okazaki estuvo a punto de hacer bingo en un remate en el primer palo y Rafa Mir estrelló un disparo en el lateral de la red.
No fue más allá en la primera mitad. Le dio el balón a ese Madrid desdentado y esperó que un golpe de viento le llevara a adelantarse en el marcador. El Madrid mandó entonces con sosería, como tantas veces, sin convicción para darle carpetazo a uno de los asuntos con mejor resolución de los que le esperan. El colista siempre invita a la redención.
Pero nada sugirió entusiasmo en el Madrid durante la primera media hora. A partir de ahí, Kroos y Modric