Dos equipos coperos de los de verdad

La Copa del Rey, y más con el formato actual, se convierte en una competición golosa tanto para el éxito como para la demagogia. Cualquier equipo que pase dos o tres rondas ve irrealmente cerca la consecución de una gesta que es el pan de cada día de muchos clubes. Por no hablar de la facilidad con la que se define a un equipo como "copero". Y es que coperos de verdad en el siglo XXI, de los de plata y eliminatorias finales en lugar de vidrios y destilados, el Sevilla y el Barcelona, que hoy juegan su novena y decimocuarta semifinal respectivamente de un torneo al que ambas entidades dan lustre con asiduidad.

Había en Nervión la duda de si cruzarse con el Barcelona en semifinales o encontrárselo en la final que más papeletas tenía, en teoría, a tenor de los cuatro equipos presentes en la penúltima ronda del torneo. Había argumentos para todos los gustos. El peso de las dos últimas finales perdidas con los culés es un lastre doloroso en el sevillismo, mientras que jugando a ida y vuelta la dificultad se dobla y se multiplica la carga emocional de un febrero en el que espera el Dortmund. El sorteo, esa ceremonia en la que siempre se menciona la suerte del Sevilla cuando le toca el Almería pero no la cantidad de veces que aparece en dichos actos a nivel nacional y europeo, dictó una semifinal entre los dos equipos más coperos del siglo XXI. Y eso es lo que hay hoy.