AS (Las Palmas)

El Madrid se cubre la cara y aguanta

El Real Madrid parecía noqueado, pero Benzema le mantuvo en pie, contra las cuerdas pero levantado

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La capacidad del Madrid para reconocer sus problemas, digerirlos y disimularl­os le mantiene vivo en la Copa de Europa, después de sufrir un calvario en los 30 minutos del enfrentami­ento con el

Chelsea, que recordó su actuación contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán: la misma autoridad, el dinamismo incontenib­le, la velocidad en sus acciones y una fortaleza en los marcajes que le permitió borrar del mapa a

Modric, Casemiro y Kroos, piedra angular del equipo de

Zidane. Pudieron con ellos, pero no con

Benzema, prodigioso en dos acciones (una de ellas el gol del empate) que tuvieron el mérito de ocurrir cuando el Chelsea aplastaba al Madrid.

Donde no llegan las soluciones tácticas ni la brillantez de los jugadores, cuando el partido sale de nalgas, es la hora de la experienci­a y la sensatez. El Madrid permitió correr al Chelsea en los primeros minutos y cada jugada del equipo inglés provocaba un incendio. Una parada de Courtois recordó a las de

Casillas cuando las cosas se ponían muy feas para el Madrid. Eran milagros, se decía. En cualquier caso, eran acciones cruciales en el desarrollo de los partidos, sobre todo de los importante­s.

En la raya de gol, expuesto al fusilamien­to, Courtois rechazó con el pie un tiro de Werner, que no golpeó bien la pelota, pero la proximidad de la portería anticipaba el gol. La temprana intervenci­ón de Courtois anunció el tipo de partido que venía. El Madrid, con tres centrales y dos carrileros, no encontró la manera de detener la ágil y veloz ofensiva del Chelsea, que dio una pinta de gran equipo. Le faltó colmillo en el remate. No es poco déficit para un equipo con pretension­es.

Fue una noche impresiona­nte de

Kanté, que corrió y jugó por todos. Se elevó varios cuerpos sobre los demás. Su famoso despliegue no cuenta ni la mitad de las muchas cualidades que posee el jugador francés, desconocid­o cuando llegó al

Leicester, campeón del mundo con la selección francesa y tan suplente como titular esta temporada.

Por lo que se vio en

Valdebebas, Kanté no debería de tener competenci­a en la alineación del Chelsea.

El Madrid pareció noqueado, pero

Benzema le mantuvo en pie, contra las cuerdas, pero levantado. El gol igualó el partido y desde ahí comenzó un proceso muy conocido en los equipos que han visto mucho y han ganado todo. El Chelsea obligó al Madrid a un ejercicio duro, difícil de asumir, pero necesario. El Madrid se agarró a las cuerdas y desde ahí empezó a jugar su partido.

En términos numéricos no lo ganó, pero el empate se vio como una victoria. De una eliminació­n segura pasó a un segundo partido lleno de expectativ­as. Poco a poco, sin amenazar nunca al portero del Chelsea, el Madrid se agrupó, cerró espacios, no concedió oportunida­des y terminó por aplacar al rival. Del vendaval inglés no hubo noticias en toda la segunda parte, aunque Kanté se empeñó en llevar a su equipo en volandas.

El Chelsea perdió expresivid­ad, finura y fuerza. El Madrid siguió en su rincón, con la cara cubierta, sin descubrirs­e. Llevó el partido donde quería. Lo jugó mal, pero no lo perdió. Donde no le llegó con el fútbol, le bastó con el conocimien­to que procura la inteligenc­ia de sus expertos jugadores.

Chelsea Le faltó colmillo en el remate, que no es poco déficit

Experienci­a El Madrid se agrupó, cerró espacios y no concedió ocasiones

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Benzema intenta un recorte ante Jorginho en el partido del pasado martes.
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