“Jugué al baloncesto porque me lesioné jugando a fútbol”
Pese a llamarse Josep Buscató (Pineda de Mar, 1940) todo el mundo le conoció como Nino. Pese a ser panadero, todo el mundo le reconoce por haber sido durante dos décadas el jugador que más veces vistió la camiseta de España. Alero, escolta y base, era un “amateur compensado”, como él mismo se define, un jugador distinto en un baloncesto muy diferente.
P. ¿Qué supone para usted ingresar en el Hall of Fame? R.
Para mí es un reconocimiento no tanto a mí personalmente sino a un grupo de jugadores que contribuyeron a que el baloncesto se fuera desarrollando como un deporte importante. Fuimos los que relanzamos el básquet al nivel de lo que es hoy.
P. ¿Se imaginaba cuando jugaba que el baloncesto español llegaría a donde está hoy? R.
No, piense que nosotros éramos jugadores amateur, que no nos podíamos dedicar profesionalmente. Las generaciones que han venido detrás nuestro han ido mejorando nuestro deporte. El baloncesto español actual es de los mejores del mundo. Tampoco me lo imaginaba. Eso dice mucho de lo bien que ha trabajado todo el mundo del básquet. Solo podemos sacarnos el sombrero ante el baloncesto español.
P. Usted trabajaba cuando jugaba…
R. Sí, yo trabajé de panadero. En casa éramos panaderos. Compaginé el trabajo con estudios y el baloncesto. No fue fácil. Yo tenía que trabajar cada día, llevar un jornal a casa. Era algo fundamental.
P. ¿Recuerda su primer contacto con el baloncesto?
R. Empecé a jugar en Pineda de Mar, mi pueblo, donde disputábamos unos campeonatos escolares. Jugábamos a cuatro deportes, fútbol, baloncesto, balonmano y atletismo. Yo practicaba los cuatro.
P. Y se decantó por el baloncesto...
R. Mi madre me dijo que tantos deportes no, que me decidiera por uno de ellos. Me decanté por el baloncesto porque sufrí una lesión jugando a fútbol y en casa me dijeron que eligiera un deporte en el que no me lesionara tanto. Y elegí el baloncesto. A los 15 años ya estaba jugando en el sénior del Pineda. Pasé de jugar en el colegio al sénior.
P. Y a los 17 al Barça.
R. Bueno, piense que no dependía solo de mí, tenía 17 años por lo que también era una decisión de mis padres. Fui al Barça porque la persona que vino a buscarme, Antoni Palés (responsable del baloncesto azulgrana en el 57), era un tratante de harinas que conocía a mi abuelo. Mis padres accedieron pero con una condición muy clara: que el nen, como me llamaban, tenía que ir cada día a casa a dormir y trabajar. Y así hice.
P. ¿Cómo era usted como jugador? R.
Yo fui evolucionando. Empecé jugando de alero porque la gente no era tan alta. Alerotirador. En el Barça hice muchos puntos. Cuando llegué al Aismalíbar vi un baloncesto diferente. Aprendí que un jugador de baloncesto ha de hacer mucho más que tirar a canasta. Fui entendiendo lo que era jugar de escolta. En el Joventut ya pasé a asumir el rol de base, como en la Selección.
P. ¿Cuál fue su mayor éxito? R.
El éxito más grande fue conseguir dos Ligas y dos Copas sin ningún jugador extranjero. Eso para mí es muy importante. Fue en el 59 con el Barça y con el 69 en el Joventut. Jugábamos con hándicap porque la mayoría de equipos, menos el Estudiantes, ya tenían extranjeros.
P. ¿Y con la Selección? R.
En el 73 logramos una medalla de plata, algo que para mí fue un éxito increíble. Además estuve dos veces en el quinteto ideal del torneo. Ha de pensar que los equipos del Este eran muy potentes.
P. En su mejor momento… ¿Cree que podría jugar en el baloncesto de hoy en día? R.
No creo, hoy es muy difícil. Los jugadores son mucho más altos. Físicamente son mucho más fuertes que nosotros. Trabajan mucho más, hay mucha más potencia física. Yo era un buen tirador pero físicamente hay un abismo. Emiliano Rodríguez, que fue dos veces el mejor jugador de Europa, quizás sí podría jugar ahora. Ya era más alto.
P. Y sin tiros de tres. Se hubiera hartado... R.
¡Hubiera metido bastantes! Los que eramos más bajos nos defendíamos con el tiro y con las penetraciones. Yo nunca jugué con triples pero en el último partido ante la Unión Soviética hubiese metido unos cuantos. ¡Todas mis canastas fueron desde más allá del 6,25!
“Era un amateur. Mis padres me dejaron jugar al baloncesto con una condición, que tenía que ir cada día a trabajar y dormir a casa”
No me imaginaba hasta dónde ha llegado el baloncesto español. Solo podemos quitarnos el sombrero”
“Fui al Barça porque la persona que vino a buscarme a Pineda era un tratante de harinas que conocía a mi abuelo”