AS (Las Palmas)

El Barça pide revancha

Un colosal Gonzalo Pérez destroza al Kielce en la semifinal ● Hoy toca el Magdeburg (19:30), el vigente campeón

- ENRIQUE OJEDA / LA CRÓNICA

Gonzalo Pérez tiene la culpa de que uno de los mejores encuentros que se pueden ver en este momento, el Barça-Kielce, resultase tan sólo interesant­e pero sin un ápice de emoción. El portero azulgrana decidió el partido en la primera parte, cuando todo estaba por escribirse. Acabó la primera mitad con quince paradas de 26 lanzamient­os, casi un 60 por ciento de acierto, una cifra estratosfé­rica a este nivel de competició­n.

El internacio­nal español evitó que el Kielce tuviese alguna opción de sacarse la espina de la final de la Champions League de junio en Colonia, quizá porque él, y todos los barcelonis­tas, tienen entre ojo y ojo la revancha del Mundialito de 2021, que perdió el cuadro azulgrana con el Magdeburg en esta misma cancha de Dammem (Arabia Saudí). Los alemanes son otra vez finalistas en 2022 al derrotar en el partido anterior al Al Ahly (36-28).

La final, esta tarde, será a las 19:30 (Esport3), con casi medio millón de euros de premio para el ganador, aunque para Carlos Ortega la victoria (de entrada) vale más que el dinero porque completarí­a su palmarés con todos los títulos posibles, dándole al Barça el sexto Mundialito.

Frente al Kielce, el Barça se impuso porque estuvo en sus números en ataque, y porque los polacos no encontraro­n la manera de perforar la portería de Gonzalo Pérez, que salvó numerosos cara a cara con los atacantes rivales: sacó balones a Karalev en los seis metros, a Remili tirando solo, a Álex Dujshebaev al contraataq­ue, y luego evitó goles de penalti sin necesidad de tocarlos, imponiendo con su presencia a lanzadores muy seguros, como Moryto y Remili.

No se puede centrar el triunfo barcelonis­ta en sólo el portero, no. La velocidad del equipo moviendo el balón era de vértigo de la mano de un Cindric que disfruta en estos partidos, que mueve a sus compañeros de tal manera que consigue marear a la defensa rival para luego encontrar vías de agua abiertas para ellos.

El 16-11 de la primera parte ya era sintomátic­o de que el Barça tenía el control, aunque a lo mejor Talant Dujsheabev tuviese la esperanza de que Gonzalo no repitiese una segunda mitad de ese nivel. Pero ya no hizo falta que se mantuviese a ese tono porque el Kielce estaba acomplejad­o, perdía balones, opciones de gol, y era incapaz de mantener el ritmo del campeón español, que quizá en la final no pueda utilizar a Langaro, lesionado en un mano en este choque.

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El central barcelonui­sta Luka Cindric se cuela entre los defensores del Kielce, Nahí (de espaldas) y Gelaba, que no llegan a tiempo de cerrar el espacio.

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