AS (Las Palmas)

El Madrid se

Los de Ancelotti salieron dormidos en Leipzig, encajaron dos goles y no supieron reponerse Solo Courtois y Vinicius, que marcó, se salvaron ● El equipo blanco necesita ganar al Celtic para asegurarse acabar primero

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JAVIER GANDUL

En Leipzig, con un equipo híbrido de titulares y suplentes, el Madrid se tomó medio día libre. Con el otro medio no le dio para embolsarse el punto que le hubiera convertido aritmética­mente en primero de grupo. La rotación fue medicina preventiva, siempre preferible a la paliativa, pero no salió bien porque el equipo se pasó la primera mitad mirándose al espejo, si no mirando al tendido, a mayor gloria de Nkunku, un delantero que se manejó estupendam­ente solo o en compañía de otros. La remontada, después, se convirtió en un imposible incluso para Vinicius, el más revoltoso de un equipo con poca chispa. Dieciséis partidos después, el Madrid ya tiene una derrota que contar, aunque sea más admonitori­a que grave. Ahora queda obligado a ganar al Celtic y evitar el bombo de las fieras. Quemó su red en Alemania

La amabilidad del grupo y un arranque vertical permitiero­n al Madrid dejar en casa sus balones de oro presentes (Modric y Benzema) y quién sabe si futuros (Valverde) a falta de dos jornadas para completar la fase de grupos. Y es que el partido no era inapelable para ninguno de los dos: a Leipzig y Madrid siempre les iba a quedar la última jornada para una reparación de daños. Y daños sufrió el Madrid. Ancelotti le dio su primera oportunida­d como titular a Asensio, un futbolista al que le falta un céntimo para el euro: una izquierda prodigiosa, una conducción magnífica y un don para el gol... que van y vienen. Y como el Madrid es cosa de todos los días, no ha acabado de encajar ni con Zidane ni con el italiano. Va para promesa incumplida. No desmintió ni defectos ni virtudes. Anduvo 44 minutos en el limbo y apareció entonces para darle un gol a Vinicius que maquillaba un primer tiempo espantoso de su equipo. Repitió chispazo en la segunda parte, pero esta vez el brasileño no estuvo tan certero. Esa es su carrera: algunos muletazos y pocas faenas.

El Leipzig, un equipo que ha tomado todos los atajos posibles para pasar de cero a cien en trece años, quiso ser lo que no fue en Madrid y sí lo que predica Rose, un equipo bravo en la primera presión, con una circulació­n ligera y vocación de acabar cada jugada. Un comienzo acorde a su estado de necesidad. A los 55 segundos, Courtois interceptó como un gato un pase de la muerte de Forsberg con varios candidatos para el remate. El Madrid tomó nota y paró esa primera embestida, pero a balón parado no estuvo tan atento. Antes del primer cuarto de hora se vio por detrás en un córner. Lo lanzó Szoboslai, lo cabeceó picado André Silva, Courtois sacó aquel remate diabólico y Gvardiol, ese central que será, según varias consultora­s, el primer defensa

por el que se pagarán cien millones, no perdonó en el rechace. Se hablará de ese gol en la charlas pospartido de Ancelotti.

También del despiporre que llegó después, con el campeón en paradero desconocid­o. Superado en intensidad, velocidad y ganas, fue tragándose una ocasión tras otra. Resultó clamorosa la indefensió­n de Courtois, obligado a salir a la aventura ante Nkunku y a adivinar una rosca de Simakan antes de que el primero se encontrara en el área con un balón que no supo sacar Tchouameni para firmar el segundo tanto. Nkunku fue un tormento para el Madrid desde la mediapunta. Nacido en la cantera del PSG, sirve de muestra de cómo afecta la presbicia a algunos gigantes: miran tan lejos que no ven de cerca.

Tras levantar por las solapas al Madrid durante media hora, el Leipzig miró al marcador y bajó las revolucion­es. También se reordenó el equipo de Ancelotti y, aunque tarde, compareció en el partido.

En un arreón encadenó dos remates tan potentes como faltos de colocación, de Rodrygo y Vinicius, que rechazó Blaswisch. Los dos brasileños fueron el único activo del equipo blanco antes del descanso, especialme­nte Vinicius, que parcheó el mal rato del Madrid con su gol, en la única arrancada potable de Asensio, que culminó con un centro al área cabeceado con aire de nueve por el brasileño. Cada día aprende un idioma.

El tanto de Vinicius abrió otro capítulo en el partido. El Leipzig le perdió el gusto a la pelota y cambió de plan. Descolgó a Nkunku y apostó por su velocidad mientras el resto resistía. Rüdiger aceptó a regañadien­tes ese pulso con el francés..

El equipo de Ancelotti tuvo más la pelota, le puso un punto de agresivida­d y se asomó al área con frecuencia, pero le costó pasar de ahí.

Casi todo lo que intentó murió en el último pase. Ancelotti cambió a sus laterales para darle más vuelo al equipo. El Leipzig solo permutó pieza por pieza porque aquel fuego del primer tiempo se había extinguido. Rose tiró de dos titulares que venían de un periodo de inactivida­d, Dani Olmo y Werner, aquel delantero que se fue a la Premier pero se dejó los goles en Alemania. En su primera intervenci­ón rozó el tanto en un remate cruzado. En la segunda le dio la puntilla al Madrid al rematar a puerta vacía un centro preciso, tras galopada, de Simakan. Un minuto antes, ya con Hazard en el campo, había tenido el empate Vinicius, pero no era la noche del Madrid. Rodrygo, de penalti, dejó la derrota en mínimos. Un gol insuficien­te para expiar los pecados del Madrid en la primera mitad.

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 ?? ?? Militao, Courtois y Carvajal, desolados tras encajar el tercer gol del Leipzig, obra de Timo Werner, que sentenció la primera derrota de la temporada.
Militao, Courtois y Carvajal, desolados tras encajar el tercer gol del Leipzig, obra de Timo Werner, que sentenció la primera derrota de la temporada.
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