AS (Las Palmas)

Derrota desde el sofá

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DESDE LA TELE TOMÁS RONCERO

Ancelotti avisó. El italiano conoce a sus hombres como los padres a sus hijos. Quizás por eso dio dos avisos en la última semana. “Nuestro pero es que a veces nos miramos demasiado en el espejo” (Toma 1). “El que no quiera lesionarse porque esté pensando en el Mundial, que se quede en el sofá de casa. Hay películas y series muy buenas...” (Toma 2). Ojo que ante el Leipzig había ocho mundialist­as en el once pese a las ausencias de Benzema, Modric y Valverde (lesionados) y Carvajal (reservado en el banquillo). El hecho de estar ya en octavos a falta de asegurar la primera plaza hizo que el vigente campeón se dejase en Madrid la piel de la Champions, con una primera media hora infame ante los entusiasta­s jugadores del Leipzig. Eso explica que te metan dos goles en sendos córners, con una falta de intensidad y de agresivida­d en la marca que dejó a Courtois vendido ante los Nkunku, André Silva, Szoboszlai y compañía. El 2-0 en el minuto 18 me hizo recordar los naufragios que el Madrid de mi adolescenc­ia sufría en los años 70 y 80 cada vez que pisaba suelo alemán. Ancelotti mostró su malestar con toda la razón del mundo. Para el Madrid no hay partidos intrascend­entes y menos cuando suena la música de la Champions. Sin actitud, no hay Paraíso. Día para olvidar.

Un Madrid sin fronteras.

El Rey de Reyes no fue fiel a su historia. El equipo europeo por antonomasi­a es el Madrid. Y no solo por sus 14 Copas de Europa, a las que ni siquiera aspiran los bisnietos de los fieles de los otros grandes clubes del continente. De hecho, Leipzig se convirtió en la ciudad número 109 de Europa que visita en competicio­nes continenta­les, donde solo se ausentó en su historia en dos cursos (1976-77 y 2006-07). El RasenBalls­port Arena de Leipzig es el estadio número 148 que alumbra con su ilustre presencia, y fueron tan majos que antes del match

pusieron el himno de la Décima

para deleite de los 1.300 madridista­s que había en las gradas. Un escenario que pude conocer personalme­nte el 14 de junio de 2006, con motivo del estreno de España en el Mundial de 2006. La Roja goleó a la Ucrania de Shevchenko (4-0), en una tarde soleada en la que pusieron la rúbrica goleadora Xabi Alonso, Villa (2) y Fernando Torres. Para España nos trae buenos recuerdos Leipzig, capital de la Sajonia

alemana con 590.000 habitantes, y el Madrid no debía fallar para seguir con esa tendencia positiva. Pero pronto se pinchó el globo y esa racha triunfal que mantenía invicto al equipo desde la final de París el 28 de mayo. Perder no era una opción.

Más de 1.300 madridista­s (llegados desde Carabaña, Córdoba o la propia Alemania) se quedaron decepciona­dos por la falta de intensidad con la que su Madrid afrontó la cita de Leipzig.

Sin defensa. El fútbol de elite se basa en las transicion­es rápidas en ataque, la calidad en la definición (en esa asignatura este equipo va sobrado con Vinicius y Rodrygo) y, por encima de todo, la solidez defensiva. Pues en Leipzig vi a Tchouameni perdido en los dos últimos goles, a Alaba regalón en el 3-1 y sin respuesta física en la recuperaci­ón tras su error en el pase, a Militao poco intuitivo en el remate de Werner en el gol del descabello final... Ancelotti lleva todo el curso quejándose de los detalles en la zaga que están costando goles tontos. Si el Leipzig te mete tres goles es que algo falla en la maquinaria...

El Bernabéu. A este Madrid le va la marcha. Se nota mucho. Al no haber apuntillad­o hoy el primer puesto del grupo, toca ir el próximo miércoles al Bernabéu para ganar sí o sí a ese Celtic con el corazón de 7.000 escoceses que irán de Braveheart para intentar la hazaña. El ambiente será el de las grandes noches y seguro que la victoria será amplia y emotiva. Pero era un viaje innecesari­o. Los estudiante­s remolones, pero con mucho talento, lo dejan todo para el último día. Con Benzema, Valverde y Modric será otra cosa...

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Los jugadores de ambos equipos posan bajo el sonido del himno de la Champions en el RB Arena de Leipzig, abarrotado en sus 45.228 localidade­s.
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Vinicius recoge el balón tras el 3-2 de Rodrygo, pero ya no hubo tiempo.

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