O victoria o los jueves
El Atleti, sin red ante un Leverkusen que necesita ganar
Griezmann. Cuando el Atleti la temporada pasada andaba en los grises y, por primera vez con el Cholo, parecía complicado ese objetivo hasta entonces muy fácil, quedar entre los cuatro primeros, entrar en Champions, ese era el nombre que se deslizaba en los despachos si el equipo rojiblanco quedaba fuera de esa competición. Champions. El club debía renunciar a estrellas, la señalada parecía el francés. Griezmann. El Atleti lo logró, la Champions, y ese nombre se seguía murmurando como baja necesaria. Las cuentas, el límite salarial, el dinero al cuello. Griezmann. Todas las batallas del Cholo este verano fueron por él.
El club seguía en su empeño de sacarle, la cláusula de cesión del Barça limitaba también, ya había consumido el francés el 80% de los minutos que hacían obligatoria su compra. El Cholo resistió. Y el futbolista también. Una vez señalado por sus devaneos, por sus sí pero no, su Decisión Atleti, ocho meses después Barça, aquí se mostró como el Peine de los Vientos de Chillida en la bahía de San Sebastián. Fijo en lo que quería. El Atleti. Contra viento y marea.
Ese Griezmann que vuelve a ser hoy la obra maestra del Cholo. Un futbolista conmovedor en el sacrificio por el grupo y letal cuando mira portería contraria. Goles le pedían los que hace unos meses su nombre murmuraban y goles ya tienen. Sobre sus hombros se sostiene un Atleti que, en su traje cholista, vuelve a ser tercero en LaLiga, que esta noche necesita ganar para no encaminarse a los jueves, los días de Europa League.
La curva en Leverkusen torció la fase de grupos de esta Champions para los rojiblancos, obligados a ganar hoy (si el Oporto le gana al Brujas, ya clasificado sí o sí, de hecho, no servirá otro resultado para viajar con opciones a O Dragao la semana que viene, última fecha). Un Leverkusen que se juega la vida. O gana o se despide. Tal cual. Se fue Seoane, llegó Xabi Alonso pero el rumbo es similar: atrás son un drama. En los tres últimos partidos, diez goles en contra. Con la duda de Schick, referencia arriba, y sin Azmoun ni
Bellarabi, la esperanza está en sus mediapuntas y un hombre, Diaby, que le marcó al Atleti esta Champions y hoy es su mejor jugador, escurridizo, incontenible.
En el Atleti no se esperan demasiados cambios. Ha encontrado Simeone el camino y no variará mucho su once: el viejo cholismo alzado sobre una defensa férrea (qué distinta es la vida cuando las piernas de Savic y Giménez no fallan), un centro del campo férreo, que aguanta y sabe jugar (Kondogbia y Witsel) y un delantero excepcional en el trabajo, Morata, acompañado de ese futbolista total que para la grada, además del marido de Erika, vuelve a ser Griezmann. Que los rivales ladren mientras el Atleti cabalga en su capa. Para huir de los jueves.