AS (Las Palmas)

Superviven­cia digna de líder

El Barça remonta en inferiorid­ad un partido épico sin Lewandowsk­i ● Pedri y Raphinha aseguran el liderato ● Piqué, expulsado en el descanso

- SANTI GIMÉNEZ REPORTAJE GRÁFICO OSKAR MONTERO

El Barça dormirá 52 días líder hasta que se retome LaLiga después de un ejercicio de superviven­cia épico en Pamplona, donde remontó jugando con uno menos durante una hora un partido que perdía por 1-0 desde el minuto siete. El Barça se sobrepuso a una puesta en escena infame, jugó una segunda parte memorable y sin Lewandowsk­i levantó un partido que tenía en chino. Con este triunfo, el Barça deja al Madrid, que juega mañana ante el Cádiz, a cinco puntos de distancia.

Hay gente que por muy avisada que esté, siempre acaba metiendo la pata. Es ese tipo de gente a la que le dicen que se acerca un huracán y se van a la playa a verlo, los que aparcan el coche en las rieras y torrentes cuando se avecina tormenta, personal que sale a correr maratones un 30 de agosto en Almería a las 12 del mediodía, personal que, como el Barça, que va a Pamplona como si fuera a un spa después de ver el jarabe que le dio el Rayo Vallecano 24 horas antes al Real Madrid.

A El Sadar se tiene que ir con intensidad y si el entrenador deja al jugador más intenso del equipo como es Gavi en el banquillo, pues entonces es que igual el plan es apostar por la calidad. Pero los de la calidad, salieron al terreno de juego con una empanada monstruosa. Busquets pudo firmar los peores primeros 20 minutos de su carrera perdiendo un balón tras otro, Pedri que empezó como un espectro y acabó como un titán, Dembélé era el de siempre (es decir, una inclasific­able) y en defensa, Marcos Alonso y Christense­n empezaban a dejar claro que se echa mucho de menos a Koundé y a Araújo y quién sabe si a Piqué. De Lewandowsk­i, hablamos enseguida.

El primer gol de Osasuna llegó después de un saque de esquina que propició una pérdida de balón de Busquets absolutame­nte inaceptabl­e. David García remató tras ganarle la acción de nuevo a Busquets, pero el equipo blaugrana en pleno protestó lo que parecía una falta anterior clarísima a Marcos Alonso.

Otro de los avisos con los que el Barça llegó a El Sadar era que Osasuna era peligroso a balón parado. Al primer córner, fuera o no falta, recibieron gol.

Protestar a Gil Manzano es también propio de gente incauta. El árbitro, que tiene un largo historial de roces con el Barça, ni fue al VAR a ver la jugada y poco después le sacó una dudosa amarilla a Lewandowsk­i, que llevaba tiempo perdiendo los papeles.

A la media hora, el polaco sí que se ganó una amarilla como el castillo de Pamplona y el Barça se quedó con diez y sin saber cómo meterle mano a un equipo que le superaba en intensidad, pero ante el que creó alguna ocasión, como el gol en fuera de juego de Ferran Torres al filo del descanso.

La primera parte acabó con Piqué saltando al campo para abroncar al colegiado con la seguridad del que sabe que la posible sanción le importaba un rábano. También dejó una nueva imagen para sus incondicio­nales. Y un nuevo capítulo también de su despedida al ser expulsado por Gil Manzano en el túnel de vestuarios. Fue su último servicio al Barça.

Pero sea por esa roja, o por la rabia acumulada, el Barça salió de otra forma en la segunda parte y a los tres minutos apareció para marcar el empate. En superiorid­ad, Osasuna dominó el juego, pero una genialidad de pase de De Jong, que ya jugaba como central, la cazó Raphinha para marcar con un cabezazo que superó a Aitor en una parábola que resumía un ejercicio de superviven­cia digno de un líder que ya sabe sufrir.

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