AS (Las Palmas)

Este Atleti es una ruina

El Mallorca alarga la agonía rojiblanca con una ‘victoria cholista’: orden atrás y 1-0 de Muriqi ● Llegan al parón fuera de Champions ● Quinto partido sin victoria

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La noche se cierne sobre el Atleti. Oscura y negra, con tentáculos fríos que se agarra al cuello como esa corbata del Cholo que cada vez deja pasar menos aire. Allá donde se mire hay vacío, la nada, un derrumbe sin fin. El Atleti regresa de Mallorca con otro puñado de sal en esa pesadilla que desangra, otra derrota y solo una cosa a la que agarrarse: queda un día menos para que llegue el Mundial, un día menos para que llegue al parón y se frene, de momento, esta tortura. A los rojiblanco­s los encontrará fuera de los puestos de Champions. Sin tono, pulso, ni fútbol. Sin ideas y en la UCI. Estos futbolista­s ya no son aquellos que una vez emocionaba­n. Son sus primos lejanos. Todos exfutbolis­tas.

No corren, no presionan. El suyo es un monstruo con varias cabezas. Ya sea Brujas, Leverkusen, Cádiz, Oporto, Espanyol o Mallorca. O, sobre todo, esa: la suya propia. Cegada, rota. Un pozo de fútbol, un agujero negro que va creciendo en círculos concéntric­os, hasta tragárselo todo. Hasta el portero. Hasta por momentos a Griezmann. Ayer ninguno compareció. O, mejor dicho, cuando lo hizo el francés movido a la banda izquierda, ya era demasiado tarde. Fue llamativa la salida al campo rojiblanca, con Felipe frente a Muriqi por la sanción de Giménez. Ja. El chiste se cuenta solo. Salieron los rojiblanco­s a ver el partido pasar, como si no llevaran cuatro derrotas seguidas ya, sin presionar y esperando a un Mallorca que despejaba: balones en largo de los centrales a los laterales buscando espaldas. Y eso que cuando el partido empezó ya estaban fuera de Champions. Esa clasificac­ión que quedará los 53 días de parón.

Aguirre, desde su cabina, aún sancionado, no soltaba el teléfono. En su plan, un nombre, Nahuel, ese lateral que llegó al Atleti en verano en vez de Maffeo, un sospechoso habitual: es la puerta que siempre cruzan los rivales para llegar rápido y pronto a Oblak. Un Oblak sin apenas ya milagros en los guantes. Y sin defensas delante. Nahuel, Savic y Felipe dieron otro día de espectácul­o saltando en su área sin oposición mientras caían como bolos y le abrían la puerta al Mallorca. Antonio Sánchez disparaba de lejos, Oblak no blocaba. El balón quedó a disposició­n del Mallorca. Tocó Raíllo atrás, Jaume Costa recibe y Muriqi empalma. Gol. En la primera llegada. Mientras Muriqi se tapaba un ojo a lo pirata, Savic alzaba los brazos con desesperac­ión. Morata pudo igualar a los cinco minutos pero vive en permanente fuera de juego. Nada.

A los 30’, el Cholo daba un volantazo a su plan. Nahuel a la ducha y Correa dentro para sumar balas mientras Llorente se iba al lateral. El Atleti siguió siendo un ejercicio estéril de fútbol. Solo balones en largo hacia ningún lugar, como desesperad­as bengalas de un náufrago en medio de la noche. Sin juego entre líneas. Un sumidero que se tragaba cada pelota, ninguna en zona de peligro. Al Mallorca con el orden le valía. Generaba sin necesidad de correr. Y la amenaza de Muriqi, que siempre sabe dónde estar.

La segunda parte comenzó igual, sólo De Paul, quizá por la cercanía del Mundial, parecía un futbolista. O medio, pero eso en el desierto es una gota de agua. Entró Lemar. A continuaci­ón Koke y debutaba Reguilón. Cuando estos se acomodaron, el Atleti despertó y se vio en medio de un partido, jugándose el orgullo, si es que le queda. Pero los balones de Lemar no encontraro­n rematador, pero Grizi llegó demasiado tarde a la banda izquierda. Pero se estampó en un frontón: Rajkovic. También es constante últimament­e: encontrar un Zamora en cada portero. Detuvo dos a Morata. Primero en la línea y, después, un disparo a bocajarro. Oblak había atado la posibilida­d de empate con un pie milagro ante Amath. Una última chilena de Witsel se estampaba en la cabeza de Battaglia, último puñetazo a ningún lugar en medio de la noche más oscura. El desastre de Europa ya está en LaLiga. El Atleti se descompone. Hasta el Almazán da miedo.

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