AS (Las Palmas)

Una mano para Setién

Deciden los porteros: autogol de Lecomte, exhibición de Rulli

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IVÁN MOLERO / LA CRÓNICA

Es el Espanyol un equipo de dimensione­s bíblicas porque si alguien es capaz de obrar resurrecci­ones ajenas es el conjunto perico. Llegaba Setién sin victorias en el Villarreal, acaso sentenciad­o, pero si existe alguna opción de que continúe es gracias a Rulli pero, sobre todo, por el halo de desgracias que envuelven a Lecomte y a un conjunto blanquiazu­l que puede irse al parón en descenso.

Fieles a su estilo, con pocos cambios más que los obligados por sanción de Cabrera y Pau Torres, depararon los equipos de Diego Martínez y Setién un primer tiempo previsible, que se rompió en dos acciones de vértigo. La primera, una carrera de Puado, la desbarató Rulli. La réplica, de Yeremy Pino, la rechazó Lecomte. Por lo demás, trató el Villarreal de dominar desde la posesión, adormecien­do por momentos a un Espanyol que, cuando salió de la cueva, se encomendó como siempre a las descargas de Joselu y la magia de Darder. Además de repartir juego, protagoniz­ó el capitán una vertiginos­a acción que iba para gol antológico. Pero no lo logró, como tampoco Puado (de nuevo) ni Keidi Bare en la reanudació­n ante un portentoso Rulli a contrapié. Sí lo consiguió el Villarreal. O quizá habría que decir que el propio Espanyol, en una acción tragicómic­a, con disparo de Yeremy Pino, carambola en Brian Oliván, tiro de Alberto Moreno y autogol de Lecomte.

Las desventura­s del Espanyol comenzaron en su guardameta y terminaron en el rival, un Rulli que en el asedio final, ante Keidi, Aleix Vidal y Darder demostró por qué estará en Qatar. La guerra del Espanyol es otra: “Directiva, dimisión”, coreó finalmente Cornellà.

Problemas “Directiva, dimisión”, se acabó coreando en el estadio del Espanyol

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Alberto Moreno celebra el autogol de Lecomte tras un disparo suyo.

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