El VAR hunde al Sevilla
Del Cerro expulsó muy pronto a Rakitic y Nianzou vía monitor ● La Real Sociedad durmió en Champions
Como si de Matrix o Terminator se tratara, las máquinas del VAR se han rebelado y andan multiplicando sus rearbitrajes en esta Liga loca que se marcha de manera inminente rumbo a Qatar. Permanecía caliente el derbi del Villamarín, en el que De Burgos echó a un sevillista y dos béticos después de acudir al monitor, y esta vez le tocó a Del Cerro, capaz de enseñar dos rojas al equipo de Nervión, tempraneras y muy limítrofes, y que tuvieron que pasar ambas por la aduana de Jaime Latre en Las Rozas. La consecuente victoria
de la Real Sociedad ahonda en la ruina de un Sevilla que sigue sin ganar en casa esta temporada y que si el Cádiz y/o el Celta puntúan hoy vivirá el parón en puestos de descenso. Desastre total para un equipo confeccionado, sobre todo en sueldos, para volver a pelear por la Champions. Ahí vuelven los txuri-urdines, de momento.
Ganaba ya la Real gracias a un gol de Sorloth (0-1, 20’) cuando Del Cerro comenzó su serie de peregrinaciones al monitor para ver roja directa donde había señalado amarilla, en una falta ‘táctica’ de Rakitic que acabó por revelarse como pisotón del croata sobre Brais. Minutos más tarde, y después de que Remiro negara el empate a Isco, el árbitro madrileño volvía a rectificar una falta señalada sobre el propio Brais para convertirla en expulsión de Nianzou. Vaya caos para el Sevilla, que en el 35’ recibía además el 0-2, obra del talentoso jugador gallego, al que las entradas rivales, tan graves para el VAR y también para Del Cerro, no parecían haber afectado ni un poquito.
Las rojas dieron una coartada al Sevilla, pitado en el inicio por una grada que se olvidó del mal juego y desvió sus iras hacia el trencilla. El tanto de cabeza de Rafa Mir (1-2, 44’) a poco de alcanzar el descanso le puso un toque de épica, imposible épica, a la segunda mitad. Un segundo acto en el que el nueve contra once dio al duelo el aire de un partido de balonmano, con la Real circulando el balón de banda a banda para encontrar el hueco que sentenciara a los locales, agazapados en busca de una contra o un balón parado que obrara el milagro. No llegó.
Ya ganaban Sorloth ya había adelantado a los txuri-urdin antes de las dos rojas