AS (Las Palmas)

“Tengo el oro en París entre ceja y ceja”

El piragüista de Betanzos (28 años) cierra un 2022 de ensueño, en el que se ha proclamado bicampeón mundial en Halifax (Canadá). Los Juegos de París, su gran meta. Carlos Arévalo

- JAIME DÁVILA LA ENTREVISTA

El piragüismo español ha vivido un 2022 de ensueño, y uno de los nombres más destacados ha sido el de Carlos Arévalo (Betanzos, 28 años), bicampeón en los Mundiales celebrados en Canadá el pasado mes de agosto en K4 500 (junto con Saúl Craviotto, Marcus Cooper y Rodrigo Germade) y en K1 200. Pero el camino no ha sido sencillo para el gallego, quien se replanteó todo tras quedarse fuera de los Juegos Olímpicos de Río 2016. Encontró su refugio en el Regimiento de Infantería nº3 de Cabo Noval, y gracias a lo aprendido se pudo quitar la espina olímpica en Tokio, donde logró la plata en K4 500. Ya solo piensa en París.

—¿Cómo valora este 2022? —Ha sido un año magnífico.

Después de ir a los Juegos y de haber conseguido el mejor resultado de mi carrera, además de haber cumplido el sueño que eso era, empecé este año con muchas ganas. Quería ir a comerme el mundo, y eso creo que se ha visto reflejado en los resultados. Ha sido un año muy bueno en el que he estado muy motivado, entrenando muy bien también.

—Ha sido, además, su consagraci­ón al proclamars­e bicampeón mundial.

—Poder conseguir dos oros en un Mundial fue increíble para mí. No me lo esperaba para nada, la verdad. En el K4 500 sabía que estábamos trabajando muy bien y que teníamos opciones de oro, pero en el K1 200 no me imaginaba que podía ganar.

—¿Cómo vivió esos días de Mundial en Canadá?

—En lo que realmente estaba concentrad­o era en el K4. Al K1 llegué sin prepararlo. Al final, creo que el cambio en la técnica de paleo que incorporam­os este año me ayudó bastante a conseguir mejorar la prueba individual.

—¿En qué le ha ayudado ese cambio de paleo? —Después de los Juegos Olímpicos nos reunimos y valoramos todo. Una de las cosas que más podíamos mejorar era la técnica. Buscamos bajar la cadencia de paladas con una mejor aplicación de fuerza para así llegar mejor al final. Es lo que vamos a estar buscando de cara a París. Ya hemos conseguido mejoras grandes en ese aspecto. Esa puede ser la clave para conseguir el oro en París. —Siempre habla maravillas de sus tres compañeros: Saúl, Marcus y Rodrigo.

—Tenemos una conexión perfecta. Es montar en la piragua y cada uno está centrado en lo suyo, sabemos lo que tenemos que hacer en cada momento y la confianza es absoluta. Esa confianza es muy importante, es lo que marca la diferencia. Ir todos a una es muy bonito. No solo con la gente que va dentro del barco, sino todo el mundo que nos apoya por detrás: mi entrenador, mi novia, amigos… Incluso las Fuerzas Armadas en mi caso. Todo eso forma una gran familia, un apoyo que hace que el deporte de equipo sea más bonito. Compartirl­o con los compañeros es único.

—¿Cuál ha sido su hoja de ruta desde Canadá?

—Sigo centrado en el objetivo principal, que es el K4 500 en París. Ese oro es lo que tengo entre ceja y ceja, un sueño. Gané ya una plata y quiero más porque sé que se puede conseguir. El año que viene nos jugamos la clasificac­ión en una

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sola prueba. Vamos a estar entrenando todo un año para que nos juguemos entrar en París en poco más de un minuto.

—Al tener una sola oportunida­d, y a pesar de que pueda presentars­e como un trámite, los nervios aumentarán.

—Totalmente. En el año del clasificat­orio hay más nervios que en el año de los Juegos. Es una temporada muy tensa porque te juegas todo en una prueba. Esto no premia el hacerlo bien en varias competicio­nes. Ese día, por poner un ejemplo y tocando madera para que no pase, se nos rompe el cable del timón y estamos fuera de los Juegos Olímpicos. Y pueden pasar otras muchas cosas. Ese día es el día en el que más tensión hay de todo el ciclo olímpico, se pasa mal. En los Juegos ya estás más tranquilo.

—Echando la vista al pasado, ¿cómo recuerda quedarse fuera de los Juegos de Río?

—Fue una época muy dura. Estás cuatro años en los que eres joven pero ya profesiona­l y centrado en conseguir un objetivo. Quedarte a las puertas de lograrlo es difícil. Tienes una vida orientada a ello, las 24 horas del día intentando hacer todo perfecto… Quedarte fuera es un palo tremendo. En ese momento es cuando me replanteé muchas cosas en la vida, quería encontrar la manera de darle un vuelco a las cosas para conseguir una mejora que me hiciese seguir luchando por cumplir mi sueño.

—Y ahí encuentra al Ejército.

—Yo nunca quise desvincula­rme del deporte, es algo que amo. Vi una gran oportunida­d en las Fuerzas Armadas. Allí aprendí valores que llevo en mi día a día como el compañeris­mo, el respeto, el esfuerzo, el sacrificio… Me hizo mejorar.

—¿Cómo compagina dos profesione­s tan exigentes?

—Todo es posible gracias al apoyo que me dan y a la confianza que tienen en mí. Me dan permisos para poder compaginar­lo. Sin ello sería inviable seguir con ambas profesione­s.

—El hecho de tener otra profesión le aporta tranquilid­ad de cara al futuro.

—Eso es lo más importante para un deportista. Haberte formado en una profesión en la que podrás continuar el resto de tu vida, y que además es algo que te apasiona, es el mejor apoyo que se puede tener. Especialme­nte para nosotros, que pertenecem­os a un deporte minoritari­o. Tenemos que ser realistas y saber que, una vez se nos acabe el deporte, debemos incorporar­nos a la vida laboral porque no podemos vivir de lo que hemos ganado antes.

—Pensando en París, ¿es un plus de motivación el querer ayudar a que Saúl Craviotto sume una medalla más?

—El que va a empujar por nosotros segurament­e será él (se ríe). Compartir embarcació­n con el mejor deportista de la historia de España es único. Tener delante a una persona que tiene cinco medallas olímpicas, que nunca ha fallado… Es muy bueno. Si consigue su sexta medalla sería un hito del deporte, claro que queremos aportar nuestro granito de arena. Para mí, sería súper bonito.

—¿Qué tiene la cantera gallega que da tantos piragüista­s de alto nivel?

—El trabajo que se está haciendo de base es muy bueno. En Galicia estamos ligados al agua. Y también ayuda el tener a referentes como David Cal, Teresa Portela o Carlos Pérez (Perucho). Eso lleva a que muchos chavales se metan en esto.

—Como sé que me dirá la clasificac­ión a París, qué le pide a 2023 que no sea eso.

—Si conseguimo­s mejorar el aspecto técnico que comentaba y dar un salto de calidad, para mí sería un logro muy importante y un deseo cumplido.

Tensión “Hay más nervios en el año del clasificat­orio que en el de los Juegos”

Confianza “El cambio de paleo puede ser la clave para conseguir el oro en París”

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Arévalo, con la medalla del K1 en los Mundiales.

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