AS (Las Palmas)

El Atleti decide que haya Liga

- TOMÁS RONCERO

la flechita para arriba”, como dijo él mismo tras su doblete en Pamplona, va camino de volver a batir su plusmarca personal: en la 2021-22 hizo 22 goles, el curso pasado fueron 23 y en este lleva 18, a nueve jornadas del cierre del campeonato y con al menos dos duelos garantizad­os en Champions. Necesita seis dianas más para mejorar su récord, pero ha entrado en ebullición goleadora y, a este ritmo, todo está a su alcance: ha visto portería en los cuatro últimos partidos del Madrid, en los que ha anotado seis goles. Y su frecuencia realizador­a es mucho mayor que en las dos pasadas campañas: en la 2021-22 veía portería cada 194 minutos; en la 2022-23, cada 207’; y esta temporada ya va por 128’ minutos, y bajando, pues la pasada semana era de 138’...

Esta temporada es la constataci­ón de que su transforma­ción de extremo especialis­ta en atacante total es un hecho. No es un asunto menor, pues la muy probable llegada de Mbappé al Madrid va a obligar al brasileño a sacar a relucir esa versatilid­ad cuando el francés aparezca por el perfil izquierdo, sea de inicio o sea en momentos concretos del partido en los que puedan intercambi­ar posiciones. Los datos respaldan que mantiene el peligro en el regate y a ello ha añadido filo: hace un remate cada 35 minutos (45’ y 50’ en las dos pasadas campañas) y tira entre palos cada 57’ (antes, 68’ y 78’); su porcentaje de regates buenos se mantiene en el 39%, como la pasada campaña, así como su frecuencia para intentar el regate (10’; el curso pasado, 9’) y para hacerlo con éxito (27’; antes, 24’).

En el remate, la gran asignatura pendiente de Vinicius cuando aterrizó en el Madrid en el verano de 2018, ya saca sobresalie­ntes; ahora le queda mejorar en la disciplina, un área en que anda últimament­e disperso, pues ha visto tres amarillas en los tres últimos partidos de Liga. Una situación que, por lo pronto, le provocará no estar para recibir al Athletic en el Bernabéu tras el parón, el domingo 31 de este mes de marzo.

Los madridista­s vimos anoche el Atleti-Barça de reojo (tampoco nos iba la vida en ello pasase lo que pasase en el Cívitas), porque cada año ver a rojiblanco­s y culés pelearse entre ellos supone para nosotros cierto deleite. Pierda quien pierda, tenemos alegría segura porque al día siguiente ajustas cuentas simbólicas con el panadero, el frutero o el lotero, según del lado que sean. Lo más llamativo, digno de un estudio sociológic­o, es el come come que tenían los atléticos ante esta tesitura. Ganar les fastidiaba lo suyo, porque no soportan que ocurra algo que nos alegre la vida a los vikingos. Pero dejarse perder era absurdo porque les condenaba a puestos de Europa League y quedarse, de momento, fuera de la próxima Champions.

Algún atlético me lo reconoció antes del match: “Os tenemos tantas ganas que si tú vas a celebrar un gol nuestro, prefiero no marcar ninguno...”. Las bufandas que poblaban las gradas con la leyenda ‘Antimadrid­ista’ reforzaban esta indiscutib­le cuestión... Encima, cuando en el once titular del Cholo vimos que

Koke (el gran capitán),

Griezmann (el MVP),

Memphis (el verdugo del Inter) y Correa (siempre un incordio en el área) se quedaban en el banquillo, creció el sentimient­o entre la tropa del Bernabéu de que el Atleti no iba a dejarse el alma por sentenciar al Barça de Xavi en esta Liga.

Ypasó lo que tenía que pasar. Ante un Atleti sin energía y con una grada fagocitada por la mala conciencia de no querer apoyar algo que no deseaban, el Barça se paseó. El Cholo no arengó a las masas y los tigres de los derbis fueron unos lindos gatitos. Allá ellos. Hoy duermen en Europa League.

Evolución Mejora sus estadístic­as de remate mientras conserva las de regate

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