AS (Levante)

Del susto a Cardiff

Salida tremenda del Atlético, que se puso 2-0 en el 16' Un prodigio de Benzema, Isco y Modric alzaron al Madrid El Calderón mereció este derbi

- LUIS NIETO

Vuelve el Madrid a una final de la vieja Copa de Europa, su residencia habitual, tras sobrevivir a un partido de 170 pulsacione­s, el ritmo cardíaco en el que el Atlético no se siente inferior a nadie. El equipo de Simeone tuvo un descorche excelente y llevó a un Madrid dormido al límite antes de deshacerse en su inferiorid­ad técnica. El corazón no le cupo en el pecho, pero su juego no le dio para la remontada.

El Atlético, en cualquier caso, puso a salvo su orgullo, pero fueron alejándole del milagro Isco, Modric y ese Benzema prodigioso que el madridismo, por intermiten­te, no acaba de querer.

No fue márketing ni postureo. El Atlético fue el trueno que prometió de salida, con una embestida brava que se llevó al Madrid por delante. Arremetió contra el vecino desde las bandas, con Filipe y Carrasco, desde el centro, con Saúl y Koke, y desde el alma, que la puso el Calderón de principio a fin. A ese primer Madrid le pudieron los ahorros del Bernabéu, el enfurecido estadio y una extraña incapacida­d para enlazar tres pases. El mismo desvanecim­iento que le sobrevino en Nápoles. El mismo desvanecim­iento que sufrió el Atlético en Chamartín.

Al minuto Griezmann lanzó un primer disparo que fue un mensaje. El Atlético, que siempre fue caja fuerte, estaba dispuesto a transforma­rse en bombardero. A los 5', Griezmann le quitó un gol a Torres. A los 14', un Madrid pálido como un muerto, perdía ya por 2-0. Saúl, un habitual en partidos así, marcó de cabeza adelantánd­ose a Cristiano y repitió Griezmann en un penalti claro de Varane sobre Torres. Ahí llegó al partido el Madrid, que sólo en un cabezazo de Casemiro salvado por Oblak había dado señales de vida. El Atlético le había llevado al terreno que peor domina: la defensa de un resultado.

Pasado el huracán fue aplacando la coreografí­a del Calderón con una tenencia larga del balón, moviendo al rival de lado a lado y entrando en el combate cuerpo a cuerpo que propuso el Atlético, que perdió el impulso inicial y se extralimit­ó en su fiereza. En los cinco minutos iniciales Cakir sacó dos tarjetas, venda previa a la herida. Pero cuando llegó la herida se tragó la autoridad.

El Madrid fue restauránd­ose a

partir de Isco, el menos acobardado en los peores momentos de su equipo (también el más áspero), y Modric y apoyándose en Benzema, que se descolgó para darle limpieza al juego de su equipo y para intentar el imposible que también se le había planteado al Madrid: desconecta­r al Atlético de su estadio.

El Madrid quemaba minutos sin sufrimient­o hasta que Benzema se sacó un gol de la nada. Tomó la pelota en la banda izquierda, acudió a su encuentro el cuerpo de infantería del Atlético, Godín, Giménez y Savic, y de los tres se deshizo en la mitad del terreno que ocupa un cuarto de baño, paseando como un funambulis­ta sobre la línea de fondo hasta encontrar a Kroos. Al remate del alemán respondió con un paradón Oblak, que no pudo sacar el toque de Isco, presto al rechace. Un pase de ballet en el centro de Stalingrad­o, una jugada fuera del contexto del partido, el empujón que necesitaba el Madrid para salir de ésta. Y el que necesitaba Benzema, que es arte más inconstanc­ia.

Al Atlético ya no le quedó gas para un segundo intento por alcanzar la cima y el Madrid, pasado el peligro, se preparó una segunda mitad confortabl­e. El centro del campo del Atlético perdió el rastro a Isco, que estuvo en la creación y en el remate, hasta acabar en jefe del partido. Y retomó Modric esa sagacidad para desarmar al adversario. Antes del primer cuarto de hora de la reanudació­n Cristiano, en dos ocasiones, e Isco se acercaron al empate. Carrasco desapareci­ó del partido, Saúl y Koke no tuvieron respuesta y a Gabi se le salió la cadena conforme desaparecí­a la esperanza.

Simeone se agarró al clavo ardiendo de los cambios y el Madrid metió a sus extremos, Lucas y Asensio, barreneros del partido del Bernabéu. Keylor hizo dos paradas tremendas en la misma jugada y Cristiano, Isco y Benzema dejaron ir buenas oportunida­des en ese final desatado que dio aún más belleza a una apasionant­e eliminator­ia. A Cardiff va el Madrid (su decimoquin­ta final) y casi a los altares el Atlético. La despedida que merecía el Calderón.

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