El talento desequilibró el partido
Había desgaste del Atlético porque la presión inicial había sido tremenda, pero estaba dos goles arriba y sólo iban quince minutos. El Cholo hizo un gesto y el Atleti dio un paso atrás cuando estaba encima de la ola, con el Real Madrid muy tocado y cerca del hundimiento. Estuvo muy cerca de una remontada histórica, más de lo que puede parecer ahora mismo. Todo lo contrario al partido del Bernabéu, cuando el Cholo vio un resquicio y arriesgó mucho. Le salió mal entonces, se volvió a repetir. El Real Madrid empezó a tener el balón, a sentirse cómodo. Y con él creció y mostró su superioridad. Y entonces apareció
Isco. El malagueño se exhibió en uno de esos partidos que marcan para siempre. Y también apareció Benzema, con una jugada de puro genio. Desde el gol de Isco ya el Atleti estaba fuera. Volvió a empujar y llegó un par de veces, pero casi sin opciones.
Fue un gran partido, que por suerte se calmó en la segunda parte cuando se había encanallado demasiado en el tramo final de la primera. Volvió a fallar mucho Gabi en la entrega de balón en el centro del campo y eso perjudicó al Atlético, y Carrasco fue desapareciendo poco a poco. Con él se acabó el Atlético, que tuvo un arreón final con poco juego y mucho coraje. Tres finales en cuatro años para el Real Madrid, dos finales y una semifinal en ese mismo periodo para el Atlético. Una fiesta permanente para el fútbol español, y más en la capital, que terminó de la forma más lógica. Otra vez ganó el talento puro.