El nuevo Hyundai i30 inquieta a los mejores
La segunda generación del compacto coreano cambia por completo, ofreciendo una calidad general que le permite aproximarse aún más a las referencias del segmento
Conquistar clientes en el segmento de los compactos es una tarea compleja. Muchos son los que buscan un coche de este tipo, pero también es vastísima la oferta, así que los fabricantes deben esgrimir argumentos de peso para ser competitivos. Y Hyundai lo consigue con la segunda generación del i30, renovado por completo y que representa un salto cualitativo significativo respecto a su predecesor, que ya era una opción interesante.
Sería exagerado decir que el recién llegado se encuentra al nivel general de las propuestas de marcas premium, como el Audi A3, BMW Serie 1, Mercedes Clase A e incluso
Volkswagen Golf. Sin embargo, respecto a sus rivales naturales, modelos como el Opel Astra, Peugeot 308, Renault
Megane o Citroën C4, su posicionamiento es muy ventajoso, no tiene nada que envidiar a la mayoría de ellos e incluso los supera en determinados aspectos.
Bien es cierto que el precio de los nuevos productos coreanos se aleja diametralmente del concepto de coche chollo que tuvieron hace ya tiempo, lo que no significa que su relación con la calidad del producto se mantenga muy ventajosa. Con la promoción de lanzamiento, una versión alta de gama como la que nos ocupa en esta prueba se puede comprar por menos de 25.000 euros, cantidad asumible por lo mucho que ofrece a cambio.
El diseño de la carrocería de cinco puertas es elegante y con empaque. En el interior aparece un espacio medio entre los coches de sus dimensiones, mientras que los acabados son correctos: menos plásticos que antes, los que hay son de más calidad y su ajuste es intachable. El equipamiento superior Style es completísimo, en esto sí que puede plantar cara a modelos de marcas más lujosas, tanto en confort como en seguridad.
El motor 1,4 de gasolina exhibe las virtudes necesarias para no echar de menos un diésel: finura de funcionamiento, prestaciones suficientes y un consumo ajustado siempre que seamos cuidadosos con el pedal del acelerador. Por último, el aplomo dinámico tampoco defrauda en absoluto.