AS (Levante)

Udoh y Obradovic acaban con el sueño de la Décima

Llull (28) y Carroll (21) anotaron 49 de los 75 puntos blancos

- RICARGO GONZÁLEZ

El salto inicial fue como levantar una compuerta y aguardar la crecida del río, lo único que esta vez no dio tiempo ni a esperar. Un torrente ingobernab­le de aguas bravas cayó sobre el Real Madrid y devastó al equipo blanco. La tormenta perfecta, una mezcla de talento, fuerza, deseo y apoyo emocional desde la grada. Cánticos y rugidos guturales, intimidato­rios. Treinta millones de seguidores con el corazón en un puño, los del Fenerbahçe, a la caza de su primera Copa de Europa, la de Turquía. “Soñar, creer y ganar”, se leía en la grada. Mañana tienen una merecida cita con la historia. Porque el Madrid fue inferior, aunque nunca se entregó. El corazón y el talento de Llull y Carroll latieron solos (49 puntos entre ambos). Defendió peor, pero perdió en ataque, con sus armas. Un colosal Udoh se lo volvió a zampar, como hace un año: 18 puntos, 12 rebotes, 8 asistencia­s y 36 de valoración.

De inicio, el pequeñín Dixon se quedaba con Maciulis, veintitant­os centímetro­s de diferencia, pero no podía casi ni recibir. Más que una fuente de peligro era una fuente de pérdidas. Las que trajeron por la calle de la amargura a los blancos durante cuarto y medio. La circulació­n de balón se vestía de amarillo y azul. Suyas eran las asistencia­s, los tiros liberados, los mates y los triples (3 de 5 en el primer cuarto, luego no).

El Madrid se asfixiaba bajo la crecida, como Doncic (solo lo intentaba de fuera). Ayón tampoco podía. Imposible hilvanar nada ante tan colosal oponente, solo la heroica de un superclase como Llull acudía a un amago de rescate. Once puntos de los 13 del equipo en el primer parcial. Laso le dio entonces un respiro y el Madrid se bloqueó aún más, si eso era posible. Casi cinco minutos sin anotar y el marcador se abría por efecto de la riada: 26-13. Justo entonces, con el quinteto más ofensivo (Llull, Carroll, Doncic, Thompkins y Randolph), vimos como el caído se incorporab­a. 0-11 en cuestión de segundos después de tres triples: 26-24. Fue un rayo de esperanza. Tenue.

Bogdanovic asomaba ya (la defensa al serbio había sido lo mejor) y a Randolph lo mandaban a la lona de un codazo... y los árbitros dejaban seguir hasta el mate de Vesely. Al descanso, 44-34 y 19 puntos de El Increíble. Laso le exprimía, pero más Obradovic a Udoh, Bogdanovic y Kalinic.

Y la reanudació­n no trajo nada nuevo. Ayón penaba cada vez más frente a Udoh y a Llull se le apreciaba el resuello. Ahora era Sloukas el comodín ejecutor (52-37) y Carroll el único antídoto para el hundimient­o definitivo. Tres triples con la mano del defensor a centímetro­s. Era dilatar lo inevitable: 68-52. El último cuarto contó casi solo a efectos estadístic­os, el Madrid se quedó sin oxígeno camino de la cumbre, la más elevada que jamás intentó subir en la era Laso. El anhelo de hacer historia pudo más que la recuperada leyenda blanca.

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CONTRA UN MURO. Luka Doncic choca con Nikola Kalinic. El Fenerbahçe estuvo muy bien defensivam­ente ante el Real Madrid.
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